En vez de permitir que las expresiones de solidaridad internacional alimentaria y de medicinas se materialicen para mitigar el desabastecimiento que sufre nuestro país, el gobierno de Maduro ha tenido la osadía de afirmar que los apoyo ofrecidos generosamente son “acciones inamistosas que esconden el deseo de un intervencionismo militar dirigido por el imperialismo”.
Como si ello fuera poco, sus plenipotenciarios ocupan las tribunas de organismos creados para la ayuda internacional como la FAO (alimentación), OMS, (salud) OPS (salud hemisférica) y ONU, para exponer falsas realidades que “demuestran” que Venezuela figura entre los mejores países del mundo en cuánto a los índices alimentarios y de salud, y que la imagen se debe a una campaña mediática internacional anti-venezolanista. Pero la triste realidad es imposible de ocultar, y gracias a las denuncias de venezolanos en el exterior y las propias constataciones de observadores extranjeros, han generado una preocupación justificada de diferentes instituciones, que de manera espontánea han querido prestar el apoyo para evitar la muerte de niños y ancianos se multipliquen, tratando además de aminorar las humillantes e interminables colas diarias ante las farmacias y los súper mercados en procura de alimentos que mitiguen la hambruna actual.
El más reciente episodio protagonizado en Ginebra por Venezuela al negarse que se adopte un mecanismo de ayuda en la ONU, a raíz de la propuesta hecha por el Vicecanciller del Paraguay, Óscar Cabello, solicitando que se adopte un programa de cooperación apoyado por más de 30 países, ha dejado perplejos a los gobiernos por la negativa de la delegación del gobierno de Maduro de aceptar la colaboración de otras naciones. Como es posible negarse a aceptar un programa de abastecimiento alimentario para vencer los problemas que derivan del hambre que acosa a las poblaciones más pobres? Como negarse a aceptar un programa que garantice el flujo de medicamentos cuando hay hombres y mujeres que mueren por falta de medicinas?
Estas ayudas que en el pasado gobiernos anteriores de la Venezuela democrática recibieron con mucha dignidad y agradecimiento, canalizadas sea por instituciones de la Iglesia como Caritas u organizaciones humanitarias como los Rotarios, ayudaron a palear las angustias de sectores humildes con el apoyo de diferentes gobiernos que facilitaron esas ayudas.
Lo increíble hoy, no es sólo que los actuales gobernantes que atraviesan una crisis humanitaria sin precedentes renuncien a la ayuda, porque le da vergüenza reconocer la verdad, sino que tampoco permiten que ONGs venezolanas, reconocidas por su trayectoria humanitaria sean las que reciban la ayuda alimentaria y de medicinas. Lamentablemente la prohibición va dirigida también a las instituciones que en Venezuela quieren dar su contribución, como lo hacen en cualquier otra parte del mundo, salvo en nuestro país en el que un Gobierno inepto y prepotente rechaza la solidaridad, la ayuda, o la cooperación que es satanizada mientras el Gobierno ni acepta, ni es capaz de solucionar el drama actual. De esa manera, el mensaje de las actuales autoridades se concreta en un categórico: “No a la ayuda internacional alimentaria”.
@milosalcalay