En medio de una economía mundial que crece moderadamente al 3,1% en 2015 y 2016, y 3,4% en 2017 según el FMI, debido al mal desempeño de las economías avanzadas –ahora con mayor incertidumbre debido al “Brexit”-, la crisis de Brasil y Rusia, y la desaceleración de China, destaca un punto brillante: India. El PIB indio avanzó 7,6% 2015, y lo hará en 7,4% tanto en 2016 como en 2017, siendo la economía más dinámica del G-20. Muchos analistas se refieren a este fenómeno como el “efecto Modi” en referencia al Primer Ministro indio, Narendra Modi, elegido hace dos años con la promesa de revitalizar el crecimiento mediante la reducción de la burocracia, el combate de la corrupción, la mejora del clima de negocios y la inversión en infraestructura. Esto ha disparado el consumo energético de este país de casi 1,3 millardos de habitantes.

Durante la última década, la demanda petrolera india -aunque significativa- fue muy por detrás de la demanda china. Una más lenta expansión industrial y una infraestructura colapsada, así como menores ingresos per cápita, explican este rezago. Pero ahora su economía y población están creciendo más rápido que las de China; y el gobierno de Modi está fomentando una mayor industrialización bajo la iniciativa “Hazlo en India” y construyendo 30 kilómetros de carretera por día para mejorar su red vial. Cabe destacar, que sólo 20 indios por cada mil tienen un automóvil, en comparación con 90 chinos y 800 estadounidenses. Empero, con el aumento de los ingresos, los vehículos que transitan las carreteras se duplicaron entre 2007 y 2014. Maruti Suzuki y Hyundai tuvieron las mejores ventas de su historia en India en 2015. Más de 600 millones de indios tienen menos de 25 años, lo cual significa que India se convertirá en el tercer mercado de automóviles para 2020. Asimismo, en 2030, las 5 ciudades más grandes (Mumbai, Nueva Delhi, Bangalore, Ahmedabad y Hyderabad) tendrán economías del tamaño de países de renta media como Malasia, Filipinas, Vietnam, Marruecos y Eslovaquia.

Por todo esto, India pronto superará a Japón como el segundo mayor consumidor petrolero de Asia, y el tercero más grande del Mundo (después de China y EEUU). La demanda petrolera se situó en 4,1 millones de barriles diarios (MMBD) en 2015, y tendrá un crecimiento de 0,4 MMBD este año –el 30% del crecimiento de la demanda mundial. Además, la demanda de India crecerá más rápido que en cualquier otro país en las próximas décadas, ascendiendo a 10 MMBD en 2040; mientras la dependencia de las importaciones que saltó desde 43% en 1990 hasta 76% en 2015, alcanzará 90% en 2040 según la Agencia Internacional de Energía.

En consecuencia, no es sorprendente que India se haya convertido en un objetivo cada vez más importante para los países exportadores. Dada su proximidad geográfica, más de la mitad de los 3,1 MMBD de petróleo que importa India provienen del Medio Oriente. Saudi ARAMCO ha abierto una oficina de ventas en Nueva Delhi, y ADNOC se ha comprometido a proveer las instalaciones de almacenamiento estratégico en Mangalore. Las importaciones de crudo persa se han triplicado desde el levantamiento de las sanciones a Irán, y la empresa estatal NIOC espera recuperar su posición como segundo proveedor de India. Después de fallidas conversaciones con Saudi ARAMCO, Essar Oil podría vender 49% de su negocio a Rosneft a cambio de 5,5 millardos de dólares y un acuerdo de suministro de 200 mil barriles diarios (MBD) a 10 años. Parte de ese crudo ahora podría venir de las empresas mixtas en las que participa Rosneft en Venezuela.

Por otra parte, el gobierno indio ha animado a las empresas petroleras públicas y privadas a adquirir activos petroleros en el extranjero –desde Rusia y Sudán hasta Venezuela- como una forma de garantizar su seguridad energética. Después de un período de cierto retraimiento tras la crisis económica mundial, las empresas petroleras indias parecen estar mirando de nuevo al extranjero, con ONGC, Indian Oil, Oil India y Bharat Petroleum pagando 4,2 millardos de dólares para adquirir participaciones en campos de Siberia Oriental de Rosneft. Además, estas empresas indias están haciendo una oferta por 22% de ADCO en Abu Dhabi.

Venezuela fue el cuarto proveedor de India (12,9% de las importaciones indias; después de Arabia Saudita, Irak y Nigeria) en 2015. Casi la totalidad de los envíos –alrededor de 400 MBD- se hacen a la empresa privada Reliance en el marco del acuerdo de suministro firmado por PDVSA en 2012 por 15 años. La empresa estatal ONGC tiene 40% en la empresa mixta Petrolera Indovenezolana que opera el campo San Cristóbal desde 2008, y las empresas ONGC, Oil India Limited e Indian Oil, tienen 17% en la empresa mixta PetroCarabobo que opera el bloque Carabobo-1 de la Faja Petrolífera del Orinoco desde 2010. Sin embargo, ONGC señaló en 2014 que “los proyectos de la India en Venezuela enfrentan riesgos operativos, fiscales y legales”, por el impago de dividendos aprobados y retraso de los proyectos. Recientemente, ONGC y PDVSA alcanzaron un acuerdo para buscar crédito por 1 millardo de dólares para pagar dividendos y aumentar la producción de Petrolera Indovenezolana que ha caído desde 38 MBD a 28 MBD. Desde 2014, se ha conversado sobre el interés de Reliance en PetroCarabobo –el 11% que Petronas abandonó en 2013- y otros bloques de la Faja, pero nada de esto se ha concretado. Seguramente pesó lo dicho por ONGC. En junio de 2015, el Ministro Eulogio del Pino se reunió con los Presidentes de Essar Oil y Reliance, mencionando la posibilidad de duplicar el suministro de crudo a sus refinerías.

La India de Modi parece encaminada a un renovado ascenso económico; y con ella, el conductor de Mumbai emerge como factor clave del mercado petrolero mundial. PDVSA deber ir más allá de la ofensiva de encanto y la retórica florida, y precisar sus oportunidades de negocio con el elefante indio. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

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