Raro el título. Se trata de una simplificación idiomática que significa Britain Exit. Traducida liberalmente, se refiere a la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. El tema merece algunas reflexiones. Alguien me preguntó cómo habría votado yo en caso de ser ciudadano británico. Por supuesto, yo habría votado a favor de permanecer en Europa. Para eso tengo tres razones: Creo que permanecer era bueno para Gran Bretaña y para todos sus ciudadanos. Creo que además habría sido bueno para Europa, y finalmente habría sido bueno para el Mundo.

Me parece que fue un error del Primer Ministro convocar un referéndum para decidir sobre un asunto tan complejo y tan delicado. El referéndum es un instrumento muy democrático pero no siempre apropiado para resolver todos los asuntos. La permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea era una materia para ser debatida y resuelta en el Parlamento, donde se supone que están los representantes del pueblo y donde existe la posibilidad de ponderar los elementos de juicio para decidir acerca de temas tan complicados.

Una decisión binaria: quedarse o salirse, puede ser influenciada, como en efecto lo fue, por factores emocionales que poco tienen que ver con el interés superior de permanecer o de salirse. El análisis de quienes votaron a favor y quienes en contra pone en evidencia que, al final de cuentas, los argumentos que prevalecieron fueron los más subalternos: xenofobia, egoísmo, aislacionismo y que quienes aplauden el resultado son personas como Donald Trump en Estados Unidos o la familia Lepen en Francia. Es decir, los líderes más reaccionarios y más extremistas de la derecha política.

El Mundo marcha inexorablemente hacia la integración. El sueño europeísta de aquellos grandes estadistas como Adenauer en Alemania, De Gásperi en Italia y Schumann en Francia, aparte de la gran figura de Jean Monet, no se detendrá por el tropiezo del referéndum inglés. Es más, Gran Bretaña se ha comprado un problema adicional, porque en dos de las cuatro naciones que la integran, Escocia e Irlanda del Norte, el voto mayoritario fue a favor de permanecer en la Unión Europea, y esas naciones ya han comenzado a plantear una política independiente de la que pauta el resultado del referéndum.

Los líderes no pueden renunciar al ejercicio de la responsabilidad que supone el liderazgo y delegar esa responsabilidad en decisiones colectivas. La democracia directa pudo funcionar en Grecia por las circunstancias muy particulares que prevalecían en aquella civilización. Creo que ni Winston Churchill ni Franklin Roosevelt hubieran delegado sus obligaciones en el colectivo.

Al contrario, hubieran asumido con carácter y con firmeza la tarea que les habían confiado sus propios ciudadanos. Seguiremos conversando.

Publicado originalmente en Últimas Noticias

@efernandezVE

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