En política, es difícil predecir cuándo una tendencia política puede volver a aparecer. Muchas veces, simplemente se encuentran dormidas dentro de lo más profundo de las sociedades, esperando por un catalizador adecuado, como una crisis económica, para reaparecer con fuerza y lograr nuevamente cambiar el sistema político.
En el caso de la Unión Europea, el resurgimiento del nacionalismo y el populismo ha generado una enorme preocupación entre las fuerzas políticas tradicionales, en la medida en que estas fuerzas emergentes ya están reconfigurando el espectro político. Incluso, han venido superando las etiquetas de “ultra-derecha”, porque muchos de estos partidos presentan programas económicos de corte proteccionista que encuentran resonancia en sectores de la izquierda tradicional; siendo prueba de esto la extraña alianza contra el euro que se ha gestado a nivel del Parlamento Europeo entre el Frente Nacional (Francia), el Movimiento Cinco Estrellas (Italia) y Podemos (España).
De hecho, en estos días existen una miríada de partidos que representan esta tendencia, como es el caso del Frente Nacional o el Partido “Demócratas Suecos”; pero es la “Alternativa por Alemania” (Alternative für Deutschland, AfD) el que acapara más titulares, dado el potencial efecto de sus recientes resultados para la política del gigante alemán y la larga sombra del pasado Nazi.
Pero, ¿Qué es y de donde viene AfD?
La AfD es un movimiento político que surgió, como suele suceder con las nuevas agrupaciones nacionalistas en Europa, tras la crisis del Euro. Es decir, como una formación euro-escéptica, que se planteaba una salida ordenada de Alemania del euro y el retorno del marco alemán, bajo la idea de que Alemania no podía seguir manteniendo a gobiernos como el de Grecia a costa del dinero de los ciudadanos alemanes. No obstante, pese a que estas declaraciones les ayudaron a reclamar titulares en sus comienzos, no les ayudó mucho en su primera participación en las elecciones estadales de Baja-Sajonia en 2013 donde obtuvieron apenas un 1,1% de los votos totales, generando una decepción entre sus filas que debilitó enormemente al movimiento.
Ante de este desastroso resultado, la AfD comenzó un período de reflexión y de cambio impulsado tanto por la dirección como por las bases, que forzó a la formación a abstenerse de participar en los procesos electorales por algunos meses, un proceso que usualmente implica la desaparición en partidos pequeños, pero que en el caso de AfD se tradujo en una mejora en el funcionamiento de la maquinaria política y en la mensaje; permitiéndole obtener buenos resultados en las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2014 (7,1%) y sobre todo en las regionales en septiembre de 2014, donde obtuvieron el 10% de los votos en Turingia, Brandeburgo y un resultado casi parecido en Sajonia.
Sin embargo, estos éxitos electorales no pudieron detener las fuertes luchas internas entre las figuras más importantes de la dirección del movimiento, viéndose enfrentados la actual Secretaria General, Frauke Petry, y uno de los fundadores de la AfD, Bernd Lucke, quien en ese entonces era considerado la cara visible del partido. Ambos individuos se enfrentaron continuamente aunque de forma soterrada en la medida en que Frauke aumentaba su influencia entre las bases del partido en zonas como Sajonia o Turingia. No obstante fue la aparición de la formación anti-inmigrante “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (por sus siglas en alemán, PEGIDA) en octubre de 2014 y la tormenta mediática que trajo consigo, la que profundizó de forma irreversible la división entre ambos líderes, en la medida en que Bernd Lucke consideraba el movimiento muy alejado de lo que consideraba los valores del movimiento, mientras que Frauke veía en PEGIDA la clave para revitalizar la AfD.
En la medida en que PEGIDA empezó a acaparar titulares, la distancia entre ambos líderes creció más y más, hasta el punto en que cualquier posibilidad de integrar la posición euroescéptica de Lucke con la clara postura anti-inmigrante de Frauke resultó imposible; llevando a una lucha interna que culminaría con una primaria interna a finales de 2015, donde la clara victoria de Frauke con un 60% de los votos forzaría a Lucke a dejar de ser miembro de la AfD.
Desde entonces, AfD ha asumido como elemento fundamental de su marca las ideas de PEGIDA, introduciéndolas dentro de su manifiesto político en el último congreso del movimiento celebrado a finales de abril de 2016 en Stuttgart, donde declara que el Islam no es compatible con la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (constitución alemana). En efecto, Beatrix von Storch, Vicepresidenta de la AfD, ha pedido intervenciones armadas y letales en la frontera para “defenderse” de la oleada de refugiados musulmanes, los cuales golpean la puerta de Europa huyendo del conflicto sirio y el caos libio.
No obstante, lo que parecía una propuesta radical y sin mucho futuro en un país como Alemania, ha resultado ser exitosa. La AfD logró aumentar su base de apoyo, arañando votos de antiguos simpatizantes de la “Unión Demócrata Cristiana” (por sus siglas en alemán, CDU) descontentos con el centrismo de la Canciller Merkel y su política migratoria. Así, obtuvo excelentes resultados en las elecciones regionales en Baden-Wurtemberg (15,1%), Renania-Palatinado 12,6%) y Sajonia-Anhalt (24,3%) celebradas en marzo pasado, convirtiéndose este ultimo en el principal granero de votos del movimiento.
Esto implica que es momento de reconocer el ascenso de la AfD, que ya no puede ser tipificada como un partido minoritario. La AfD ya tiene 12% en la intención de votos a nivel nacional, lo cual le convierte en tercera fuerza política alemana por delante de los Verdes, los Liberales y los antiguos comunistas y socialdemócratas desengañados agrupados en La Izquierda; y principal partido opositor a la gran coalición (Große Koalition) de democristianos y socialdemócratas. La exitosa combinación populista de su nueva postura extremista anti-Islam, sumada a su natural euroescépticismo, abre la posibilidad de que a Frauke se le presente un escenario parecido al que experimentó el “Partido Progresista” noruego que gobierna con los conservadores en coalición.
No obstante, esto no implica que el resto de partidos se hayan quedado simplemente viendo crecer la hierba. De hecho, el crecimiento de la AfD ha obligado a acelerar el acuerdo entre la CDU de la Canciller Merkel y los Verdes en Baden-Wurtemberg; a lo que hay que sumarle el reconocimiento de Merkel a la AfD como partido y la invitación a debatir, lo cual podía exponer las divisiones que existen entre los sectores moderados y radicales de AfD en asuntos como economía o migración que quedaron reflejados en el último congreso.
Aunque las elecciones generales en Alemania todavía se antojan lejanas como para realizar una predicción adecuada, sobre todo porque el ambiente político está muy marcado por la debilidad aparente del Partido Socialdemócrata de Alemania (por sus siglas en alemán, SPD) o la sensibilidad que ha suscitado el reciente ataque en una estación de tren en Múnich de un hombre armado con un cuchillo, es necesario introducir a la AfD en cualquier cálculo. De hecho, la AfD ya tiene la vista puesta en los comicios regionales de septiembre próximo en Berlín y Mecklenburgo-Antepomerania, como trampolín para las elecciones generales de 2017.
@ViktorRonin