El septuagésimo período de sesiones del órgano plenario de las Naciones Unidas, la Asamblea General, vino caracterizado por una iniciativa que sería paralela y más amplia a la ya planteada con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en el año 2000.
Ante el próximo vencimiento del plazo para el cumplimiento de los ODM y las millones de personas que aún no percibían el progreso que suponían las metas de los ODM, durante la Conferencia de Río+20 sobre el Desarrollo Sostenible en el año 2012 los países establecieron un grupo de trabajo para formular un conjunto de metas y objetivos en materia de desarrollo sostenible, que buscara suplir estas deficiencias a nivel mundial. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) deben terminar la labor que comenzaron los ODM, sin que nadie quede rezagado.
El producto del llamado “Grupo de Trabajo Abierto” presentó su recomendación y fue entonces aceptada como un gran compromiso por los representantes de los 193 países que participaron en el periodo ordinario de la Asamblea General el pasado 25 de septiembre. Así, los Objetivos Mundiales u Objetivos para el Desarrollo Sostenible buscan cumplir tres grandes desafíos, más amplios que los planteados por los ODM hace 15 años:
- Erradicar la pobreza extrema – un objetivo ambicioso.
- Combatir la desigualdad y la injusticia.
- Solucionar el cambio climático.
Para estos desafíos se plantearon 17 “Objetivos Mundiales” acompañados de 169 metas a cumplir para el año 2030. La amplitud de estos objetivos y metas (comparados con los 8 Objetivos del Desarrollo del Milenio y sus 21 metas que se plantearon en el año 2000), refleja la situación que existe en el panorama mundial actual referente a ámbitos como la pobreza extrema, el cambio climático, las oportunidades laborales, sanidad, pese al progreso alcanzado por los ODM en ámbitos como pobreza económica, acceso a mejores fuentes de agua, mortalidad infantil y pobreza económica. Sin embargo, el logro de las metas de los ODM tuvo una distribución geográfica desigual. Para el PNUD, “la tarea aún está inconclusa para millones de personas y es necesario hacer un último esfuerzo por poner fin al hambre, alcanzar la igualdad de género, mejorar los servicios de salud y lograr que todos los niños asistan a la escuela”.
Sin embargo, es importante puntualizar que, aunque similares, los ODM y los ODS no son agendas exactamente iguales. Una de las principales diferencias de estos nuevos Objetivos es que fueron elaborados por un proceso de negociación que involucró a los 193 países y venía previamente elaborándose desde la Conferencia de Río+20. Por otro lado, mientras los ODM tuvieron una perspectiva más orientada hacia los países en vías de desarrollo, la agenda para el año 2030 en Desarrollo Sostenible incluye metas y desafíos que incluso los países más desarrollados tienen el reto de cumplir dadas las condiciones actuales con respecto al cambio climático, como por ejemplo los objetivos 8 y 9, haciendo referencia la importancia del uso de energías renovables. Los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), u Objetivos Mundiales, orientarán la política de desarrollo y financiamiento durante los próximos 15 años, comenzando con una promesa histórica de erradicar la pobreza extrema.
No obstante, los factores dentro de la coyuntura internacional que han incursionado en el cumplimiento exitoso o no de estas metas y objetivos (en el caso de los ODM del 2015) se pueden extrapolar y hacer las estimaciones de acuerdo a la coyuntura actual para este agenda 2030. Las discrepancias entre los países por sus mismas condiciones económicas internas pueden verse más vulnerables o no en el caso de algún desastre natural o una crisis financiera global y pueden influenciar en sus esfuerzos de financiamiento necesario para el cumplimiento de los ODS.
Si bien resulta una agenda integral (por la gran cantidad de áreas y ámbitos que incluye) y su amplitud de objetivos y metas trata de incursionar en las consecuencias y no en las causas de la pobreza extrema, el hambre y demás fenómenos en materia de desarrollo, el éxito de esta agenda depende de una coordinación de políticas tanto a nivel interno como a nivel externo por parte de cada uno de los Estados, lo cual es una tarea sumamente ardua. La agenda de desarrollo post 2015 tiene objetivos y metas que sin duda alguna beneficiarían a prácticamente todos los sectores de la población y prácticamente todos los ámbitos del desarrollo, pero la misma estructura económica interna de algunos países pueden requerir más financiamiento o no para poder ejecutar estos desafíos, lo cual resulta muy difícil en los países en vías de desarrollo. Es por ello que la coordinación de políticas es el factor principal para el éxito de esta agenda. El verdadero compromiso de los países sería la clave para el éxito de estos objetivos.
Artículo escrito por estudiante de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV
@valsmontes