Parece una letanía señalar “la cercanía y distancia” en el conocimiento sobre la región de El Caribe desde tierras “continentales”, como también parece lugar común recordar el argumento de las barreras lingüísticas. A esto se contraponen la retórica discursiva de la historia común compartida. De allí el insistente debate acerca de las visiones e imaginarios sobe una región en la que la diversidad parece ser el punto de unidad, de la cual se nutren tanto los académicos como líderes y decisores políticos.  En este contexto,  la intención  de presentar algunos eventos políticos e intergubernamentales ocurridos en El Caribe puede pecar de panorámica. Sin embargo, asumiendo la deformación profesional y la identidad caribeña, es un recurso de escritura que permite dar cuenta de esos eventos no de manera aislada o particular sino con una perspectiva regional. En este contexto consideramos relevante destacar tres grupos de eventos.

En primer lugar, los de corte ‘local’ referido a los procesos electorales en El Caribe. El tamaño en superficie y población pareciera ser inversamente proporcional a la cobertura informativa sobre los procesos electorales  en los países de El Caribe. Afortunadamente los sistemas de búsqueda de la Internet permiten que tanto los medios de comunicación locales-regionales pero también los centros de investigación y redes  que hacen seguimiento sobre el acontecer caribeño, compensan esas ausencias.

Dicho esto, en el año 2015, hemos visto procesos electorales cronológicamente se ha realizado elecciones en: San Kitts y Nevis (Febrero), Belize (Marzo) Anguila (Abril), Guyana (Mayo), Surinam (Mayo), Islas Vírgenes Británicas (Junio), Haití (Agosto); y restarían las de Trinidad y Tobago (Septiembre), San Vicente y las Granadinas (Diciembre), y Haití (Octubre y Diciembre). Cada una tiene sus particularidades en relación al sistema político que las rige, algunos con sistema parlamentario y otros con mixturas de parlamentarismo presidencialista. De estas, parecen haberse “descubierto” que hubo elecciones y cambio de gobierno en Georgetown, por lo que se ha generado tensión en la relación bilateral Venezuela-Guyana debido al tono diplomático que ha tomado el tema de la controversia y reclamación territorial sobre el Esequibo. Hasta el caso de las elecciones en Haití que ha tenido tantas dificultades para su realización y sigue mostrando los problemas de gobernabilidad en ese país ha logrado superar la cobertura noticiosa de las elecciones de primarias ocurridas el mismo día (9 de Agosto) en Argentina.

En segundo lugar, la tensión en la relación bilateral República Dominicana-Haití debido a la falta de acuerdo relacionados con la aplicación de la legislación sobre regularización de la migración haitiana y sus descendientes en suelo dominicano.

La decisión del Tribunal Supremo de República Dominicana,  las disposiciones gubernamentales para su ejecución y las dificultades para coordinar acciones con el gobierno de Haití, entretejen una compleja y accidentada historia de relación bilateral que ha requerido la instalación de una comisión de alto nivel, pero también las visitas y buenos oficios de personalidades y organizaciones como la OEA y de Naciones Unidas. El posicionamiento de las partes ha generado distancias pero también congelamiento de negociaciones en la incorporación de República Dominicana como miembro de la CARICOM, afectando el camino recorrido en acciones conjuntas dentro de CARIFORUM. En este contexto ambos países desarrollan una diplomacia marcada por una tensa relación bilateral y una concurrente estrategia de clarificación de sus posiciones y políticas domésticas. En el caso de Haití señalando la limitación de las instituciones haitianas en proveer de la identidad generando una delicada situación de “apátridas” así como denunciando la posible crisis que representaría el retorno/deportación de la migración ilegal. En el caso de República Dominicana demostrando la paciencia que ha tenido en el tiempo con la implementación paulatina del mandato del Tribunal constitucional y defendiéndose de las etiquetas de derechos humanos que se le han dado sobre su política migratoria.  La comprensión de esta situación es compleja y posicionarse a favor de uno y otro es extremadamente comprometedor.

En tercer lugar, la dimensión multilateral que tanto en su aspecto regional como global, que muestra como la diplomacia regional tiene su  impacto entre sus miembros pero también en su relacionamiento con sus vecinos inmediatos como espacios estratégicos más lejanos.

Hablar de los encuentros multilaterales intergubernamentales obliga un sumario: Cumbre Ministerial AEC en Guatemala (Marzo); Cumbre CARICOM-Estados Unidos en Jamaica y Cumbre de las América, en Panamá (Abril); Foro Futuro del Caribe en Trinidad y Tobago y Cumbre Caribe sobre Cambio Climático en Martinica y Cumbre CELAC-UE en Bruselas-Bélgica (Mayo); Ministerial de PETROCARIBE en Caracas-Venezuela (Junio); Cumbre  CARICOM en Barbados (Julio),  y próximamente CARIFESTA en Haití. Cada una de estas reuniones permitiría en escritos separados dar cuenta del papel de la  diplomacia caribeña. En algunas de estas reuniones CARICOM es la organización convocante en otras es el grupo participante, pero en todas ellas hay una acción conjunta derivada de agenda  estratégica regional en un contexto global. Algunas de esas acciones de CARICOM tienen distinto impacto. De las más recientes se pueden destacar: la posición apoyando la integridad territorial de Guyana, la crítica a la política migratoria de República Dominicana, pero también el posicionamiento ante la Cumbre de Cambio Climático y los Objetivos del Milenio en la agenda post-2015.

A modo de cierre

Destacamos algunas omisiones. Eventos que solo mencionaremos pero que invitan a la escritura de futuras notas.

Primero, lo que podríamos calificar como las pendulares relaciones de cooperación y tensión geopolítica. Por una parte, el restablecimiento de relaciones diplomáticas Cuba-Estados Unidos  y las interrogantes sobre el desarrollo de una relación cordial de desacuerdos. Por la otra, el seguimiento de la iniciativa de Seguridad Energética Regional que ha venido desarrollando Estados Unidos hacia los países de El Caribe. Por último, la tensión bilateral  entre Guyana  y Venezuela por las discrepancias sobre las estrategias  seguidas con la reclamación venezolana del territorio Esequibo.

Finalmente, la evasión intencional de introducir las variadas definiciones sobre la región Caribe que dan algunas señas explicativas de la característica de diversidad lingüística y cultural de los países y territorios caribeños involucrados. Cada uno de los tres aspectos puede ser amplificado en su análisis y en el impacto que los mismos tienen para los actores políticos involucrados como para muchos otros interesados en conocer las dinámicas regionales en/del Caribe. Esperamos que esta panorámica contribuya con el conocimiento y comprensión de una región que a veces parece lejana y está tan cerca de Venezuela y de sus habitantes.

@mirnayonis

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