El pasado 6 de agosto se realizó la fastuosa inauguración del “nuevo Canal de Suez” por el Presidente de Egipto, General Abdel Fatah al-Sissi. Se trata en realidad de una ampliación del histórico Canal construido entre el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo en 1869, que consta de una nueva ramificación de 35 kilómetros y una ampliación de 37 kilómetros de la vía original -que contaba con 163 kilómetros. La primera inauguración en plena Era Victoriana, reunió al compás de Giuseppe Verdi, al Valí de Egipto, Mohamed Said Pasha, con la esposa de Luis Napoleón Bonaparte y Emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo; el Emperador de Austria y Rey de Hungría, Francisco José I Habsburgo; y el Rey de Prusia y futuro Emperador de Alemania, Guillermo I Hohenzollern. En la segunda inauguración, el General al-Sissi sólo contó con el Presidente de Francia, François Hollande; el Primer Ministro de Rusia, Dimitri Medvédev; y algunos mandatarios árabes y africanos. La primera inauguración dio paso a una auténtica revolución del comercio mundial; mientras la segunda ha dado paso a grandes interrogantes.

La ampliación del Canal de Suez fue hecha en menos de un año con un costo de 8,6 millardos de dólares, y hará posible el tráfico bidireccional y una reducción del tiempo de tránsito de 18 a 11 horas, pero no ha elevado el máximo tonelaje aceptable. El gobierno egipcio espera que duplique el tránsito desde 43 buques/día en la actualidad hasta 97 buques/día en 2023, lo cual aumentará la recaudación por concepto de derechos de tránsito desde 5,5 millardos de dólares en 2014 hasta 13,2 millardos de dólares en 2023. Sin embargo, los expertos señalan que estas expectativas son muy optimistas. En lugar de un cuello de botella, las estadísticas reflejan un crecimiento más lento del comercio mundial, que el Fondo Monetario Internacional ubica en un promedio de 3,4% en el período 2007-2016, en comparación al 7% en la década anterior. Además, aunque el tonelaje total se ha venido recuperando después de la crisis económica mundial, el número de buques aún sigue 20% por debajo de su nivel en 2008. Asimismo, muchos consideran que el tráfico es más sensible a los derechos de tránsito.

En 2014, el Canal de Suez fue utilizado para transportar 3,7 millones de barriles diarios (MMBD) de petróleo y productos derivados; lo cual representa 9% del volumen comercializado por vía marítima y 4,6% de la producción petrolera mundial. Un aumento respecto a los 1,8 MMBD de 2009 y 2,97 MMBD de 2012. Los mayores volúmenes han sido de petróleo -2,1 MMBD rumbo a Europa y EEUU-, y productos -1,6 MMBD, sobre todo de fuel oil y nafta, rumbo a Asia.

La industria petrolera no espera ningún cambio significativo derivado de la ampliación del Canal de Suez. Actualmente, los buques petroleros VLCC totalmente cargados no pueden navegar por el Canal, y por ello deben descargar parte del crudo que transportan en Ain Sukhna en el Mar Rojo, el cual es trasladado a través del oleoducto SUMED hasta Sidi Kerir en el Mar Mediterráneo, donde los buques deben proceder a recargar una vez realizada su travesía. El Canal de Suez ampliado no permitirá que los buques VLCC naveguen con plena carga, por lo que las empresas petroleras tendrán que seguir utilizando el oleoducto SUMED para transportar cargamentos de más de 1 millón de barriles. Ergo, la industria petrolera no gozará de ningún beneficio concreto. Adicionalmente, el aumento de la demanda petrolera en las próximas décadas se centrará en Asia, y en concreto en India y China, y no se necesitará del Canal.

El mercado de productos derivados nunca ha estado restringido por las limitaciones del Canal de Suez, debido a los buques más pequeños que son utilizados, y los agentes esperan que los flujos comerciales sigan siendo los mismos. Pero existe la preocupación por un aumento de los derechos de tránsito que afecte la cadena de costos. Además, algunos envíos de productos podrían hacerse en el futuro desde el Golfo de México hasta Asia-Pacífico gracias a la proyectada expansión del Canal de Panamá, con ahorro de tiempo y dinero.

Por otra parte, 10% de todo el comercio de gas natural licuado -1,2 billones de pies cúbicos- se realizó en 2014 a través del Canal de Suez. Sin embargo, los buques más grandes Q-Max y Q-Flex seguirán siendo incapaces de utilizar el Canal ampliado si están a plena capacidad, y la opción de cargar y descargar no es rentable. Esto resulta una verdadera limitante para construir un verdadero mercado global de gas, que el proyecto egipcio ha obviado. Además, los flujos han caído un 8% desde 2011, debido a la “revolución de los esquistos” en EEUU.

En consecuencia, la ampliación del Canal de Suez junto a la construcción de un “Nuevo Cairo” en pleno desierto –que contempla un Parque Central que dobla al de Nueva York y un parque de diversiones cuatro veces más grande que Disneylandia-, forma parte de la agenda de obras faraónicas poco justificadas con las cuales el General al-Sissi -que obtuvo el poder tras el golpe de Estado contra Mohamed Morsi y los Hermanos Musulmanes en julio de 2013- pretende legitimarse internamente evocando a Gamal Abdel Nasser –fundador del Egipto moderno al socaire de la nacionalización del Canal de Suez en 1956-, así como proyectar internacionalmente un “Egipto estable” tras la “tumultuosa Primavera Árabe”. Empero, los problemas de competitividad económica, desempleo, ineficiencia burocrática, corrupción y falta de libertades que originaron la caída de Mubarak en 2011 subsisten. Como bien señaló Karl Marx en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, los grandes hechos y personajes de la historia aparecen, como si dijéramos dos veces, la primera como tragedia, y la segunda como farsa. Gran advertencia en contra de la imitación para todos los políticos del Mundo. En definitiva, ni Sissi es Nasser, ni 2015 es 1956 o 1869. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

Publicado originalmente en El Mundo Economía y Negocios

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