Uno de los debates más importante en las relaciones internacionales es aquel dedicado a analizar los límites entre la política exterior y su entorno global. La multiplicación de actores multilaterales y supra-estatales está retando la soberanía de los Estados, al tiempo que asumen algunas de las funciones que corresponden por tradición a los entes públicos. De esta manera, los límites entre estos tres tipos de organizaciones no están claros al momento en que se originan diversos conflictos al tratar de reservar, ocupar o simplemente tomar acciones que según el criterio de algunos no sean de su competencia.
La doctrina nos habla sobre que en la actualidad hay problemas “globales” que no pueden ser resueltos por los Estados; vale decir, el deterioro del ambiente, el terrorismo, armas nucleares, los medios de comunicación y las migraciones y que, por lo tanto, deben tomarse decisiones conjuntas y consensuadas. Sin embargo, algunos de sus críticos alertan sobre que la legitimidad de los Estados no puede ser ni suplantada ni calificada, en cuanto su orden interno por otros actores.
Lo cierto es que algunas materias como lo son el tema de los derechos humanos y la idea de la supranacionalidad están en discusión, así como la injerencia de algunos Estados en los asuntos internos de otros países, por la vía directa o por una vía indirecta, a través de la resonancia mundial de algunos actores domésticos, incluyendo los así llamados “líderes mundiales”.
Venezuela no escapa a esta metamorfosis. El Gobierno ha hecho uso de su discrecionalidad diplomática para alcanzar sus objetivos particulares y para fomentar su proyecto en otras latitudes, lo que veces pone en duda la legalidad de las actividades de sus funcionarios en el exterior. Y la Oposición ha encontrado en la esfera no estatal una caja de resonancia de sus legítimas advertencias sobre el deterioro de la democracia en el país. Ambos toman partido de una nueva realidad que exige respuestas diferentes a novedosos y complejos problemas.
Publicado originalmente en El Universal