La batalla por Ucrania: Algunos Escenarios – Por Kenneth Ramírez
En las últimas tres semanas, Ucrania ha experimentado dos grandes crisis. El triunfo de la “Revolución EuroMaidán” (Plaza de la Independencia/Plaza de Europa), y la intervención rusa en Crimea -el mayor reto al orden estratégico pos-Guerra Fría que ha dado estabilidad a Europa en los últimos 25 años.
La piedra angular de este orden es el acuerdo mutuo por parte de Rusia, EEUU y el resto de los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -a raíz de la desintegración de la Unión Soviética-, en torno a dos principios básicos respecto a Ucrania. El primero es que Rusia nunca usará la fuerza contra Ucrania o intentará violar su independencia (Memorándum de Budapest de 1994, Documento A/49/765 de las Naciones Unidas y Declaración Conjunta de 2009). El segundo es que ni la OTAN ni Rusia se darán un tratamiento mutuo como rivales estratégicos (Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad OTAN-Rusia firmada en Paris en 1997).
Pero al desplegar tropas rusas en Crimea desde la base de su flota del Mar Negro en Sebastopol, el Kremlin ha atentado contra dichos acuerdos y parece mostrar su intención revisionista. Putin ha expresado que la caída de la Unión Soviética fue la mayor “catástrofe geopolítica del siglo XX”, y ha visto una “conspiración para cercar Rusia” en la ampliación de la OTAN hacia el Este, el proyecto de escudo anti-misiles y en las “revoluciones de colores” en el antiguo espacio soviético.
En consecuencia, podemos señalar, que estamos frente a un conflicto de naturaleza geopolítica. La independencia de Ucrania crea un tapón entre la Unión Europea y Rusia, lo cual cierra las puertas de Europa a Moscú y frustra cualquier intento de reconstruir su imperio. Con una población cristiana griega y católica romana mayoritariamente de origen ucraniano al Oeste, y una población ortodoxa oriental mayoritariamente de origen ruso al Sur y el Este; el Oeste de Ucrania -con Kiev a la cabeza- es un caldo de cultivo para el nacionalismo y la vinculación a Europa, mientras el Este se decanta a favor de relaciones estrechas con Rusia.
Esto explica perfectamente la razón del estallido de las protestas en Kiev, cuando el Ex-Presidente Yanukovich –aliado de Putin y hoy exiliado en Moscú- se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, con el objeto de favorecer la firma de acuerdos financieros y energéticos con Rusia tendientes a integrar a Ucrania en el proyecto de Unión Euroasiática impulsado por Putin desde 2010. También explica por qué la población mayoritariamente rusa de Crimea, que es producto de la conquista histórica en tiempos de Catalina “La Grande” y la deportación a Siberia del pueblo tártaro originario por Stalin -acusado de colaborar con los nazis-, reclaman su independencia y anexión a Rusia a través del principio -inaplicable en este caso, por lo ya señalado y por gozar de autonomía- de Autodeterminación de los Pueblos consagrado en el Derecho Internacional.
Además, Ucrania es un Estado en tránsito para el suministro de gas natural de Rusia a la Unión Europea. Bruselas importa 62% de su consumo de gas natural, siendo Moscú su principal proveedor desde donde obtiene el 34% de sus importaciones. El 65% de este suministro, es decir, 175 mil millones de pies cúbicos diarios, se realiza a través de gasoductos que atraviesan Ucrania; por lo cual Moscú también busca controlar a Kiev, y cualquier conflicto entre ambos, atenta contra la seguridad energética europea. En 2006 y 2009, después de no llegar a un acuerdo sobre precios y tarifas de tránsito con Kiev, Moscú suspendió las exportaciones de gas a través de Ucrania, lo cual generó graves problemas en 18 países europeos. La empresa rusa Gazprom ha anunciado que en abril anulará el acuerdo de venta de gas a Ucrania con descuento, debido al cambio político en Kiev y al impago de 2,6 millardos de dólares. De manera que ya se ha asomado la posibilidad de un nuevo corte de suministros: una amenaza a la incipiente recuperación económica europea.
Durante la última década, Rusia ha intentado erosionar la independencia de Ucrania y reincorporarla a su área de influencia, bajo los moldes de la doctrina del eurasianismo, que viene a ser el sustituto del comunismo como justificación moral de esta nueva oleada imperialista. La intervención en Crimea representa una escalada en esta estrategia desde el uso de instrumentos financieros, energéticos y diplomáticos, al uso de la fuerza. Una erosión de la soberanía ucraniana redundaría en un aumento de la percepción de amenaza en la Unión Europea y la OTAN, sobre todo en Polonia, los Países Bálticos, Hungría, Eslovaquia y Rumania.
Aunque no sabemos cómo se desarrollará este conflicto, podemos señalar cuatro escenarios posibles:
Ucrania euroasiática o el triunfo de Putin: la presión diplomática, militar y energética de Moscú llevan al colapso del gobierno interino de Kiev. El nuevo gobierno lleva a Ucrania a la esfera de influencia rusa a través de su adhesión a la Unión Euroasiática. Crimea acepta su total subordinación a Kiev. Poco probable.
“Transnitrización”: justo como pasa ahora, la población de mayoría rusa en la región de Transnitria de Moldavia realizó un referéndum secesionista en 2006, donde el 98% votó a favor de su anexión a Rusia. La anexión formal nunca ocurrió, aunque se encuentra bajo dominio efectivo de Moscú. Rusia podría aceptar abrir largas negociaciones como ha ocurrido en el caso de Moldavia-Transnitria, sin que estas lleguen a ningún resultado concreto. Moscú subsidiaria el gobierno de Crimea y mantendría la base naval de Sebastopol, dejando latente la amenaza de anexión de Crimea en caso de que Kiev estreche relaciones con la UE y la OTAN. Una opción poco costosa y efectiva para Moscú. Probable.
Partición de Ucrania o “Nueva Guerra Fría”: Tras el referéndum, la Duma rusa acepta la anexión de Crimea. Este ejemplo podría ser seguido por otras provincias orientales, así como Odesa al sur –la cual es fronteriza con Transnitria. El resto de Ucrania conserva su independencia con la protección en la OTAN. EEUU y la Unión Europea imponen duras sanciones económicas a Rusia y la expulsan del G-8. Las relaciones entre la OTAN y Rusia quedan severamente dañadas, y se empieza a hablar de una “Nueva Guerra Fría”. EEUU levanta la prohibición de exportaciones de petróleo y gas natural aprovechando la “revolución energética” de América del Norte, fomenta la producción de esquistos en Europa e impulsa la construcción del proyecto de gasoducto “Nabucco” para conectar los yacimientos de gas natural de Azerbaiyán y Turkmenistán con Austria y el resto del mercado interior europeo vía Georgia y Turquía, intentando así aminorar la dependencia energética europea de Rusia. Aunque este escenario resulta en principio poco probable, la pérdida de credibilidad de Obama tras el incumplimiento de su “línea roja” en Siria, podría llevar a Putin a un mal cálculo.
“Finlandización”: el conflicto es resuelto diplomáticamente tomando el ejemplo de Finlandia en la Guerra Fría; es decir, se mantiene la integridad territorial de Ucrania y se consagra su status como Estado tapón neutral, con lo cual podría tener acuerdos de cooperación con Rusia y la Unión Europea, pero no incorporarse a la OTAN ni a la Unión Euroasiática. Se garantiza la autonomía de Crimea y la permanencia de la flota rusa en la base de Sebastopol. Probable y deseable…
@kenopina