¿Competencia geopolítica creativa? – Por Félix G. Arellano
Una creciente competencia geopolítica entre las grandes potencias económicas está caracterizando las relaciones internacionales, cuyas perspectivas se presenta cargadas de incertidumbre, pues si bien el tono pareciera de un enfrentamiento radical, nos encontramos con encuentros que evidencian prudencia y convivencia. En ese complejo contexto, los países en desarrollo, ahora también definido como el sur global, se presenta como un punto clave del juego, situación que se hace cada día más evidente en nuestra región latinoamericana.
En estos momentos apreciamos la competencia entre Estados Unidos, la Unión Europea y China por lograr un mayor espacio y liderazgo en la región. Tres grandes proyectos de expansión geopolítica se enfrentan en el escenario global, generando un panorama creativo y potencialmente beneficioso para los países en desarrollo. Se trata del ambicioso proyecto chino de la Franja y la Ruta (Ruta de la Seda) lanzado oficialmente en el año 2013, que actualmente incluye a 21 países de la región.
Por su parte, la Unión Europea ha aprobado la «Global Gateway» (2021) (Pasarela Mundial de la UE), promovido por la Comisión, bajo el liderazgo de la Sra. Úrsula von der Leyen. En el caso de los Estados Unidos, el presidente Joe Biden presentó, en el marco de la Cumbre de las Américas efectuada en la ciudad de Los Ángeles (junio, 2022), el proyecto de la «Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas».
Un panorama interesante para los países de la región que podrían aprovechar la oportunidad para promover proyectos fundamentales para el crecimiento económico, bienestar social, con especial atención en la sostenibilidad ecológica y la inclusión social; empero, no podemos desconocer que reina cierto escepticismo, toda vez que occidente está reaccionando tarde y con algunas limitaciones. China, por su parte, se encuentra en una fase difícil en el plano económico y con prioridades en materia de seguridad, que pueden reducir los recursos para los ambiciosos proyectos de expansión geopolítica.
Occidente está llegando tarde frente a la hábil estrategia de expansión china, que está aprovechando todas las oportunidades; en particular, la desafiante situación de la pandemia del covid-19, en la que desarrolló ampliamente su faceta persuasiva, con la diplomacia de las mascarillas y de las vacunas, frente a un occidente que se cerraba y se concentraba en sus prioridades, sin mayor atención de las consecuencias sociales a escala global.
Por otra parte, pareciera que occidente no logra comprender que, en la dinámica mundial, todo se mueve; en consecuencia, no existen hegemones permanentes e incluso, los valores liberales, no obstantes sus bondades humanistas, también están enfrentando la embestida de la guerra hibrida del autoritarismo, que utiliza argumentos inverosímiles que logran respaldo de diversos sectores.
La supremacía de los Estados Unidos en nuestro Hemisferio, consagrada formalmente con la llamada Doctrina Monroe «del destino manifiesto», articulada conceptualmente por John Adams y lanzada oficialmente por el presidente James Monroe (1823). Luego consolidada con los corolarios de los presidentes R. Hayes (1880) y Roosevelt (1904), se va desvaneciendo, tanto por las posiciones más críticas de los gobiernos de la región, como por la progresiva presencia china y de otros gobiernos autoritarios con sus propuestas iliberales.
Sobre el creciente papel de China en la región, cabe destacar que el comercio se multiplico por 26 en el periodo 2000 y 2020 pasando de 12 mil millones de dólares a 315 mil millones y, en lo que respecta a las inversiones, se estima que han llegado a unos 813 millones de dólares (Foro Económico Mundial). Una contundente política financiera que se desarrolla desde el Banco de Desarrollo de China, el Banco de Exportaciones e Importaciones y el Banco de los BRICS.
China, pero también otros países autoritarios como Rusia e Irán, están desarrollando una estrategia de expansión en la región, fundamentada en una guerra hibrida contra los valores liberales, aprovechando las oportunidades que ofrece las democracias y sus libertades. En las narrativas manipuladoras destacan argumentos que promueven las supuestas “democracias de partido único”, resaltan la ineficiencia de las democracias y sus complejos procesos de toma de decisiones; incluso, una crítica descabellada contra el sistema de derechos humanos, por su supuesta naturaleza individualista.
Occidente está llegando tarde frente al avance de China y el autoritarismo geopolítico, pero además los nuevos proyectos que han lanzado se presentan débiles en profundidad, diversidad y contundencia. Adicionalmente, tampoco están generando el interés de los pueblos que, en la mayoría de los casos, los desconocen. El proyecto europeo resulta más concreto, pues la disciplina administrativa y presupuestaria europea exige una mayor precisión, por eso sabemos que se han aprobado 337 mil millones de euros, para ser ejecutados en el periodo 2021-2027, con especial atención en el continente africano.
Para la región latinoamericana el “Global Gateway” europeo contempla unos 50 mil millones de euros y unos 130 proyectos concretos de inversión, entre los que destaca la producción de hidrogeno verde en Brasil y un fondo de hidrogeno renovable en Chile. Pero prevalece el temor frente a la tradicional lentitud de los procedimientos y de la burocracia comunitaria.
En el caso de la nueva Alianza propuesta por los Estados Unidos el escepticismo es mayor, pues se cuenta con un interesante acto de lanzamiento, al más alto nivel político, presidido por el presidente Biden y efectuado en la Casa Blanca (03/11/2023), con la presencia de un importante número de Jefes de Estado y de Gobierno de la región, pero sin cifras concretas, ni proyectos específicos y, luego del evento político, pareciera que reina el silencio sobre la viabilidad del proyecto.
No podemos desconocer que Estados Unidos mantiene una posición privilegiada en lo que respecta a comercio e inversiones en la región; empero, el liderazgo chino crece y la visión iliberal logra fanáticos. Por otra parte, Occidente perdió una importante oportunidad de fortalecer sus relaciones y liderazgo frente a los países en desarrollo con la pandemia del covid-19, cuando el mundo esperaba un nuevo Plan Marshall para apoyar a los países en su crisis sanitaria y económica; empero, el aislacionismo, proteccionismo e individualismo que se observó en la primera fase de la pandemia, resulto lamentable e incremento las distancias con el llamado tercer mundo.
Occidente está reaccionando tarde y con debilidades, pero para nuestros países representa una gran oportunidad, que las potencias económicas del mundo compitan para promover comercio e inversiones. Nos corresponde, en consecuencia, un gran desafío para la formulación de propuestas concretas, que involucren el mayor número de países de la región. Un ejercicio de negociación y cooperación para el que contamos con la infraestructura institucional con el SELA y la CELAC, se requiere voluntad política y creatividad para aprovechar la interesante oportunidad que se ha presentado.