Brisa Republicana en el Caribe – Por Mirna Yonis

El anuncio oficial (septiembre 2020) de una salida republicana en Barbados para celebrar su 55 aniversario de independencia en el 2021, nos invita a revisitar el mapa de los estatus político y de soberanía que se presenta en el Caribe. Para los países continentales del hemisferio, en general, la fractura del período colonial se ubica a inicios del siglo XIX, cuando se registran los llamados procesos de independencia de las metrópolis europeas. Con las variaciones que pueden tener algunos casos como Estados Unidos (1776), Canadá (1867) y Beliz (1981), la primera y la segunda década decimonónica son emblemáticos.

En la subregión de El Caribe, excepto el distintivo caso de Haití (1804), se presentan una combinación de momentos históricos que se prolongan hasta bien entrado el siglo XX, con variaciones en los formatos de ruptura política con la metrópoli colonial. Si bien Estados Unidos durante el período entreguerras mundiales había incursionado en una administración delegada de algunas facilidades a los territorios del Caribe insular, el legado colonial no hispano era de países europeos.

Descolonización es la categoría que se acuña a partir de la Carta de las Naciones Unidas (1945) y la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General aprobatoria de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, en 1960, sienta las bases para la emergencia de  un mosaico de autonomías y estatus político de los territorios del Caribe insular. La distinción entre autonomía y soberanía es importante en la comprensión del mosaico de estatus político, porque aún en casos que denominamos países independientes, su soberanía internacional es ejercida por una persona-instancia distinta al territorio de origen.

Sin entrar en mayores detalles de la descolonización en el Caribe, ni en la estabilidad de sus sistemas políticos, se tata de destacar los formatos de autonomía política e  independencia que se han  conformaron. Sin ánimo excluyente, distinguimos cuatro grupos:

En primer lugar, las Repúblicas ya existentes con sus variaciones, de tipo presidencialista: Haití (1804), Cuba (1902 y 1959) y República Dominicana (1844).

En segundo lugar, algunas de las (nuevas) Repúblicas del siglo XX, asumieron desde el inicio de su independencia, su organización republicana: Dominica (1979) y Surinam (1975). Mientras que otras negociaron mayor tiempo para su transición a repúblicas parlamentarias/presidenciales: son los casos de Guyana (1966/1970) y Trinidad y Tobago (1962/1976).

En tercer lugar, las Monarquías Parlamentarias caribeñas. Agrupa a los países independientes que forman parte del Reino de la Commonwealth en el Caribe: Antigua y Barbuda (1981), Las Bahamas (1973), Barbados (1966), Belice (1981), Grenada (1974), Jamaica (1962), San Cristóbal y Nieves (1983), Santa Lucia (1979),  San Vicente y las Granadinas (1979). Y también incluye a los países que forman parte del  Reino de los Países Bajos en el Caribe: Aruba, Curazao y Sint Maarten.

En cuarto lugar, los Territorios  que tienen una variedad de denominaciones y autonomías que podría dedicarse un escrito separado a cada uno de ellos. Solo mencionaremos casos como Martinica, un Departamento de ultramar (región) de Francia; San Eustaquio, Saba y Bonaire, son municipios especiales del Reino de los Países Bajos; Anguila, Territorio británico de ultramar en el Caribe; y el caso de Puerto Rico, un Estado Libre Asociado de Estados Unidos. Estos territorios han sido objeto de diversas críticas de los activistas de la independencia locales, pero también, como en el caso de Puerto Rico, han tratado de ser incluidos –sin mayores éxitos que las manifestaciones de solidaridad- en las discusiones del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.

La distinción entre autonomía y soberanía es importante en la comprensión del mosaico de estatus político que presenta la región, porque aún en casos que denominamos países independientes, su soberanía internacional es ejercida por una persona-instancia distinta al territorio de origen: la Reina Isabel II,  del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte; el Rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos; el  Presidente de Francia o el Presidente de Estados Unidos de América.

En este contexto, el anuncio hecho por la señora Sandra Mason, Gobernadora General al instalar sesiones del Parlamento de Barbados, retoma una intención manifiesta en dos oportunidades anteriores: en 2005, bajo el mandato de Owen Arthur y en 2015, bajo la gestión de Freundel Stuart. En ambos casos la propuesta no pasó de algunos debates en el parlamento barbadense diluyéndose en el tiempo. La diferencia en esta oportunidad es que el Partido Laborista de Barbados que lidera la Primer Ministro Mia Mottley, cumple con el requisito constitucional de contar con la mayoría de dos tercios en ambas cámaras (senado y Asamblea) del Parlamento. El debate sobre los detalles del cronograma de acciones está abierto y a pesar del contexto con el impacto de la pandemia, si la gestión de la Primera Ministra pretende sacar réditos políticos para una reelección, su gabinete deberá trabajar para que se solventen los elementos protocolares y administrativos, pero sobre todo las reformas legales y constitucionales que implica la organización republicana. El reloj corre frente a la prometida fecha de celebración del 30 de noviembre de este año.

En algunos medios caribeños se señaló la posibilidad de que Jamaica pudiera seguir estos pasos, dado que en otras gestiones se dejó el tema en suspenso. Pronosticar es una aventura. Solo señalaremos que aunque no está en los planes presentados para su reelección, la victoria electoral ventajosa del Primer Ministro Andrew Holness, en su segundo mandato consecutivo, presenta un ambiente favorable para impulsar la idea. Parece soplar una suave  brisa republicana en el Caribe a la que debemos hacerle seguimiento.

@mirnayonis

Internacionalista y ProfeUCV

Actualizado el 05 de enero 2021 para COVRI

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