La OEA entre Almagro y De Zela con Venezuela de por medio – Por Carlos Pozzo Bracho

La campaña electoral por la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) entrará en su fase final con la presentación de los programas de gobierno, para el periodo 2020-2025, que cada uno de los candidatos expondrá ante el Consejo Permanente en una sesión especial convocada para mediados de febrero. De acuerdo a la información recabada sobre la alineación de los posibles respaldos, la contienda sería resuelta entre la candidatura de Luis Almagro y la del peruano Hugo de Zela, pues la tercera opción encarnada en la ecuatoriana María Fernanda Espinosa no ha movilizado los apoyos necesarios para considerarse una candidatura viable. Tanto Almagro como De Zela tienen una relevante trayectoria diplomática que los llevó a ocupar importantes posiciones gubernamentales en sus respectivos países, el primero como Canciller de Uruguay y el segundo como Vice Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.

Las peculiaridades políticas más relevantes de este proceso electoral radican en que Luis Almagro no fue apoyado por el Gobierno de Uruguay al momento de presentarse a la reelección con apego al artículo 108 de la Carta de la Organización, circunstancia que varió cuando Lacalle Pou asumió la Presidencia de Uruguay. A ello se suma la particular propuesta de Antigua y Barbuda, que junto a San Vicente y Las Granadinas postularon a María Fernanda Espinosa, quien no es apoyada por el Gobierno de Ecuador a pesar de haber ocupado el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Presidencia de la Asamblea General de la ONU durante el actual mandato del Presidente Lenin Moreno. Por su parte, el Gobierno del Perú postuló a Hugo de Zela, quien desde la posición de Jefe de Gabinete de la OEA fue un elemento clave en las políticas de la Organización instrumentadas por José Miguel Insulza.

Los datos obtenidos hasta el momento indican que la disputa se centrará entre las candidaturas de Almagro y De Zela y que el resultado sería definitivo en una segunda vuelta por un margen estrecho. Entre los factores que inciden e incidirán en las decisiones que tomen los miembros de la OEA antes y durante el acto de votación figura, por supuesto, la postura asumida por Almagro ante la crisis multidimensional que asola a Venezuela, en particular por su impacto en el ámbito regional dada la comprobada violación de los derechos humanos de la población venezolana y por el colapso económico de una Nación que ha causado la emigración más grande ocurrida en la historia de las Américas, por la penetración de la delincuencia organizada en el manejo del poder político de un Estado miembro, así como por las fundadas sospechas de que la elite que usurpa el poder en Venezuela se afana en mantener una asociación con grupos calificados de terroristas y narcotraficantes por la Comunidad Internacional.

El aspecto derivado de la crisis venezolana y que afecta el ánimo de los gobiernos de los Estados americanos con respecto a la votación se refiere a los procedimientos que debería emplear el Secretario General de la OEA para atender la crisis de un Estado miembro, sobre todo si tal crisis genera impactos perniciosos para la región. El tratamiento dado al caso de Venezuela por parte del Secretario General Almagro ha sido valorado desde dos ángulos opuestos. Si bien la mayoría de los Estados miembros de la Organización concuerdan con Almagro en la gravedad del riesgo que reviste el caso venezolano para toda la región americana, mantienen un enfoque divergente entre ellos sobre cómo debe ser abordado el problema desde la OEA, y en particular, por la Secretaría General.

La actitud militante del Secretario General frente a la crisis venezolana, sobre todo a partir del año 2016 cuando el entonces gobierno de Nicolás Maduro vulneró el orden constitucional del país al desconocer el Poder Legislativo en manos de la oposición, recibió el respaldo de un importante número de países de la región, no solo por el deterioro que se avizoraba en la situación política del país, sino por el empeoramiento progresivo de las condiciones de vida de los venezolanos y los riesgos de que ello representaba para la seguridad y la salud pública de los países vecinos. La opinión contraria a este enfoque, compartida por otro grupo de países, fue resumida por el representante del entonces gobierno de Venezuela quien manifestó al Consejo Permanente de la OEA, ese mismo año, su “preocupación por la extralimitación de funciones del Secretario General, que desdice de su carácter de funcionario internacional y menoscaba el rol de los Estados miembros de la Organización.”

La valoración del trabajo de Almagro con respecto a la crisis en Venezuela se fundamenta, por consiguiente, en elementos de juicios tanto subjetivos como objetivos. Sin embargo, resulta importante tener presente los informes preparados por la Secretaría General de la OEA y por el Grupo de Trabajo sobre Migrantes Venezolanos, cuyos hallazgos fueron confirmados por el informe técnico de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los cuales documentan con crudeza la grave crisis política, social y económica que afecta a Venezuela y a la región americana.

La situación en Venezuela en el año 2020 se ha convertido en una realidad insoportable para los venezolanos y en un riesgo sin precedentes para toda la región, tal como lo reflejan agencias internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, incluyendo los medios de comunicación nacionales y extranjeros, así como las redes sociales. En virtud de ello, para un grupo de países la agudización de la crisis venezolana justifica la actitud combativa que ha mostrado Almagro y, por consiguiente, lo hace merecedor del respaldo para que continúe al frente de la Secretaría General de la OEA. Para otro grupo de países el candidato De Zela podría mostrar una actitud menos combativa pero más diplomática en sus gestiones para afrontar, no solo el caso venezolano, sino otros que pudieran presentarse en la región. Esta percepción tendría fundamento en la política de entendimiento que José Miguel Insulza, de quien De Zela fuera su Jefe de Gabinete, promovió entre el populismo autoritario de los gobiernos que en la región abrazaron el socialismo del siglo XXI y aquellos que se mantuvieron en la senda de la democracia representativa y del respeto al orden constitucional.

Dos aspectos deben ser tomados en cuenta con respecto a la candidatura de Hugo de Zela. En primer lugar, desde el cargo de Viceministro de Relaciones Exteriores jugó un rol preponderante en la creación del Grupo de Lima, en el año 2017, como el mecanismo multilateral necesario para buscar una salida pacífica de la crisis en Venezuela, mediante una “negociación creíble y de buena fe, que tenga el consenso de las partes”, en lugar de una salida que involucrara el uso de la fuerza.

En segundo lugar, ese mismo año tomó posesión la nueva Administración de los Estados Unidos de América bajo la Presidencia de Donald Trump, la cual ha respaldado firmemente la gestión de Almagro como Secretario General de la OEA. Cabe destacar que el Director para América Latina y El Caribe del Consejo de Seguridad Nacional declaró, recientemente, que “siempre pensamos que Perú históricamente ha querido ser una fuerza de unión democrática, pero sin embargo la realidad es que la candidatura de De Zela para la OEA es francamente divisora, no es de coalescencia (sic), sino de división en un momento donde todos debemos unirnos”. Esta afirmación de un funcionario de alto nivel de la Administración Trump revela que Estados Unidos no solo trabaja a favor de la candidatura de Luis Almagro, sino que también lo hace en contra de la candidatura de Hugo de Zela.

Si bien ambos candidatos han desplegado misiones de acercamiento hacia las capitales latinoamericanas y caribeñas más influyentes en la región, los votos de los Estados insulares de la CARICOM continúan generando una gran expectativa pues, por lo general, asumen posiciones de común acuerdo. Sin embargo, es previsible que ante este evento descarten una votación en bloque y decidan que cada representación vote de acuerdo a sus intereses particulares. Aun así, el voto de la CARICOM es una incógnita que solo se despejará en la votación.

Venezuela, por su parte, amarró su voto a la candidatura de Almagro, como era de esperar. Esta decisión podría tener un especial significado para dicha candidatura, sobre todo que se hizo pública al final de la gira del Presidente (E) Guaidó en la cual obtuvo un vigoroso respaldo gubernamental y parlamentario del Reino Unido, Francia, Canadá y Estados Unidos, países que mantienen una estrecha relación con los gobiernos de los Estados de El Caribe. La cohesión mostrada por las democracias de Europa y Norteamérica en torno a la lucha por la restitución de la democracia en Venezuela convalida, en gran medida, la determinación del Secretario General Almagro de promover, sin cortapisas, el cambio político, social y económico en Venezuela y con ello, a preservar la libertad, los derechos humanos y la democracia en la región.

@PozzoBracho

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