Gobernabilidad y Democracia en el siglo XXI
Gobernar un Estado-nación, en el desarrollo de la presente centuria es un problema complejo, primero, por los avances tecnológicos, luego, somos más interdependientes y conectados en nuestras sociedades y además, por el tipo de demandas y como canalizarlas que emanan de ellas que dirigidas a los decisores políticos, es el problema nuclear de la democracia y el hacer no sólo un eficiente gobierno, sino hacerlo en aras del bien común, que es el fin de la política.
El gobernante de una nación tiene el inmenso reto de gobernar no solo para una parcela del país, sino para todo el país. El tema del ejercicio del Gobierno, abarca dos aspectos: el político y el administrativo. El político, porque abarca el ámbito de toma de decisiones y el administrativo, porque va hacia la realización de propuestas, programas y planes de acción. Implica además, la conducción y coordinación horizontal y vertical de las diferentes acciones de gobierno. El político en funciones de gobierno es un hombre de acción, y por ello, requiere de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor comprensión de los fenómenos políticos, debe tener una visión y perspectiva amplia de las cosas sobre las cuales se gobierna. Cómo hemos podido presenciar por los acontecimientos recientes en algunas partes del mundo se vinculan tres elementos: sociedades democráticas, su modernización, su desarrollo (qué tipo) y su crecimiento.
El buen gobernante debe al menos cumplir con estas premisas para llevar a feliz término una gestión gubernamental que son a saber: identificar los problemas en forma adecuada. Clasificarlos en forma oportuna lo que se une a un claro sentido de prioridades. Luego determinar cuáles ameritan tratamiento inmediato y en forma eficaz y eficiente. Hay otras tres condiciones importantes que se une a sus cualidades cualitativas, por otra parte, saber cuándo disminuir las tensiones y procesos conflictuales de la sociedad que gobierna. Darle estabilidad a su equipo de gobierno y proporcionar un sentido dialogante con sus adversarios. Lo ideal es tener sociedades políticas, con conflictos de carácter agonal, no suma cero y no existenciales que hagan peligrar la estabilidad y gobernabilidad del sistema político.
Se requiere, pues, a la hora de gobernar tacto político, capacidad de comunicación, persuasión y un timing especial, ver el margen de maniobra que dan las decisiones, para llevar cabo no solamente las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar, conversar con los diversos actores con los que se convive y la posible influencia del entorno internacional que también repercute, porque hoy en día hay una porosidad manifiesta entre el ambiente interno y el externo. Se trata de armonizar más que el conflicto sino el dilema o las opciones entre decisiones democráticas a escala de cada nación y decisiones tecnocráticas a escala supranacional. El arte de dirigir y decidir, en un gobernante se basa en ocasiones en un cálculo muchas veces basado, en forma racional, incremental o burocrática de los costos y beneficios y el ejercicio, del equilibrio de una decisión sobre políticas públicas.
En las democracias gobernar se hace más intricado porque se debe gobernar bajo varias premisas como consulta, cooperación, negociación y coordinación, lograr que estas herramientas se utilicen armónicamente, en forma adecuada, requiere de conocimiento, pericia y sentido de Estado.
En esta interacción, las expectativas racionales de los agentes juegan un papel esencial en la acción política, lo cual debe tomarse en cuenta. La relación dialéctica entre sociedad política y civil, es un elemento que debe tomar en cuenta en quien ejerce funciones de gobierno, para ello se requiere una dosis amplia de conocimiento de la cultura, historia e idiosincrasia del país donde se gobierna. No es un problema que se arregla con buena gerencia, porque gobernar es esencialmente un problema político.
En suma, en la actividad política es difícil, pero el ejercicio del gobierno, del gobernar es más intricado, complejo, debido a que es optar entre opciones, es saber qué se quiere, saber qué se puede y qué no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en sociedades postindustrales de carácter democrático, es más complicado, por los diversos intereses a incluir y satisfacer y sobre todo en un mundo donde lo interno y externo se vuelve más poroso, como consecuencia de la globalización. El político en funciones de gobierno debe tener pues, iniciativa estratégica, pero con un sentido de las proporciones.
Finalmente, en este aspecto, debo recordar sobre todo a los más jóvenes; a raíz de los sucesos del Caracazo, el 1° de marzo de 1989, el Dr. Rafael Caldera, dio un discurso donde analizó con claridad y con un claro sentido de la realidad, las causas de este estallido social en aquel entonces. Es una pieza oratoria de extraordinaria pertinencia actual. En la página web de Rafael Caldera, se consigue ese discurso, recomiendo su relectura.
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