La denominada Diplomacia Parlamentaria no es una actividad novedosa. Los parlamentos nacionales han creado las instituciones y establecido los medios para trabajar, colectivamente, en el ámbito internacional. La más relevante institución es la Unión Interparlamentaria Mundial. A nivel regional se pueden citar varias, el Parlamento Amazónico, el de la Comunidad Andina, el de Mercosur, o el Parlamento Latinoamericano. Los encuentros bilaterales por medio de los grupos binacionales también son otra vía que los parlamentarios han ideado para tratar asuntos de interés compartido. Los parlamentos nacionales, de tal manera, son entidades que han venido trabajando en el medio multilateral y bilateral en defensa y promoción de los intereses de cada uno de sus Estados.
La Asamblea Nacional (AN) de Venezuela, sin descuidar esas instancias formales, debió ampliar su gestión parlamentaria en el exterior a través de un conjunto de diligencias de carácter político ante otras entidades estatales y no estatales. Extendió su diplomacia parlamentaria hacia gobiernos de la región americana y a otros en el ámbito global, así como ante organismos intergubernamentales. Su estrategia apuntaba al objetivo fundamental de obtener el valioso apoyo internacional que coadyuvara al cambio de gobierno en Venezuela.
Para la AN era necesario persuadir a gobiernos y organizaciones internacionales de que la violación por parte del régimen de los principios democráticos consagrados en el ordenamiento jurídico y político venezolano,era consecuencia de la actitud típica de un estamento totalitario y corrupto decidido a permanecer en el poder a toda costa y a cualquier precio. Igualmente,y no menos importante, le era imprescindible convencerlos de que la determinación del régimen en imponer un modelo de desarrollo insostenible lo hacía incapaz de satisfacer las necesidades básicas de su población,y que,al haber dilapidado, malversado y empeñado la riqueza del país,había comprometido gravemente la habilidad y la capacidad de las futuras generaciones de venezolanos de satisfacer sus propias necesidades.
Los resultados fueron consistentes con las expectativas. La persistente actividad en el exterior de los parlamentarios venezolanos coadyuvó, en buena medida, en el cambio de la percepción que gobiernos americanos y europeos tenían sobre la realidad nacional. A las decididas posturas de Canadá, Estados Unidos y México contrarias al régimen venezolano, se sumaron otras que a la postre se congregaron en el Grupo de Lima. Por su parte, la Secretaría General de la OEA y la Comisión Europea se movilizaron ante los planteamientos de la Asamblea Nacional en tanto poder legítimo de Venezuela, e impulsaron iniciativas que presentaron a los órganos políticos de ambas organizaciones intergubernamentales.
La acción internacional pasó de la fase de observación, documentación y estudio de la situación venezolana a la de motivación de entendimientos de donde surgieron las reuniones que, bajo el eufemismo de diálogos entre las partes, se llevaron a cabo en Caracas y en República Dominicana. El fracaso de esos encuentros fue atribuido, por la mayoría de los observadores internacionales, a la negación del régimen a cambiar las reglas que había impuesto arbitrariamente en el sistema y no a la falta de voluntad política de la oposición venezolana.Esta aseveración quedó constatada por la decisión de Canadá, Estados Unidos y de la Unión Europea de pasar a la aplicación de medidas restrictivas o sancionatorias individuales para presionar al régimen a modificar su intransigente postura.
La diplomacia parlamentaria desplegada por los representantes de la AN jugó un papel relevante en todo este proceso, por lo cual se puede afirmar que su gestión fue satisfactoria a los intereses que la motivaron, si se miden los resultados obtenidos hasta el momento.Sin embargo, la crisis venezolana se ha tornado más compleja, tanto a nivel nacional como internacional.
El éxodo masivo de venezolanos hacia los países vecinos por causa de la crisis humanitaria que vive Venezuela está presionando a los gobiernos de esos países con tal intensidad que las probabilidades de conflicto se incrementan. La cohesión opositora muestra fisuras importantes que ha incidido en la actividad de los partidos políticos y en la de sus parlamentarios. Por su parte, la sociedad civil ha resuelto activar su participación política por vía del Frente Amplio para la Venezuela Libre.
La voraz corrupción no solo afecta a la economía y a la sociedad venezolana, sino que también hace estragos en el propio régimen al quedar expuestos, públicamente, los casos de malversación mil millonaria del erario público que involucran a sus operadores políticos y financieros. Por último, la decisión del gobierno de permanecer en el poder una vez finalizado su periodo constitucional acrecienta las probabilidades de ingobernabilidad en el país.
Estos factores, para citar los más relevantes, inducen a replantear las prioridades de gestión de la denominada diplomacia parlamentaria, cuya agenda debería definirse con base, al menos, en dos aspectos de fundamental importancia. En primer término, en las ingentes necesidades de los sectores más vulnerables de la población venezolana, incluyendo de quienes han debido emigrar hacia países vecinos.La atención de la crisis humanitaria mediante la movilización de recursos de diversa índole, pero sobre todo financieros, requiere de una acción coordinada ante gobiernos y organizaciones internacionales, de manera que la cohesión política opositora es imprescindible.
En segundo lugar, la usurpación del poder por parte del régimen una vez terminado el periodo presidencial como dispone la Constitución Nacional obligará a una decidida acción política por parte de la AN y la sociedad civil organizada.La gestión en el exterior de estos sectores opositores solo será efectiva si se fundamenta en decisiones consensuadas, en un entendimiento político que propugne el cambio de gobierno y la salida del régimen con el necesario apoyo nacional e internacional.
La AN ya ha fijado posición sobre ambos asuntos mediante acuerdos parlamentarios firmados recientemente. Si bien ha tomado las previsiones para que tales acuerdos sean del conocimiento de la opinión pública nacional e internacional, incluyendo gobiernos y organismos internacionales, resulta necesario poner en marcha el componente funcional relacionado con la gestión diplomática en caso que decida intensificar sus acciones políticas en el exterior.
En suma, la diplomacia parlamentaria entraña acciones directas ante entidades diferentes a través de sus propios representantes, de manera que tal función es posible llevarla a cabo en tanto sea respaldada con los recursos presupuestarios y humanos necesarios que faciliten su ejecución. Los elementos subyacentes en esta observación se relacionan con la movilización de recursos financieros, la movilidad de sus representantes en el exterior y la disponibilidad de tales representantes para llevarla a cabo.