América votó. Fueron elecciones legislativas parciales y particularmente importantes para el dato político propiamente dicho. Todos sabemos que fue el primer escrutinio que se llevó a cabo desde que el magnate Donald Trump llegó al poder de la Casa Blanca. Según se indica su partido, el Republicano mantiene la mayoría sobre el Senado y pierde el de la Camera de Representantes.
El Partido demócrata alcanzó una considerable victoria, la cual, dicen los expertos limitará el horizonte del poder de Trump. La política aparece viva, pues, no estaba muerta, sino de parranda. Ella resurge y se moverán los hilos de la negociación, que no desde el twitter, sino que se hará política. Desde Rusia con amor, es la canción que se cantará en el Potomac. Igualmente se contará el dinero del presidente y sus negocios.
En el fondo, más allá de los números, lo que se observó en esa confrontación entre demócratas y los republicanos, fue un referéndum a la política de Trump; que por cierto, éste perdió parcialmente. Mantiene el control sobre el Senado, que no es una concha de ajo; sino un gran poder en la estructura constitucional de los EEUU. La participación, según observamos fue masiva, especialmente por los jóvenes votantes. El resultado fue imprevisible e interesante.
Hay que evaluar con “cabeza fría” estos resultados. Los demócratas no convencieron a muchos electores. Todavía exudan dificultades para comunicarse con ellos, a pesar de moverse bien con el voto de las mujeres, las minorías y los jóvenes. Obama ayudó mucho. Luego, Trump, todavía es una fuerza de consideración. No se le puede ignorar. Su aparición en los últimos días de la campaña ayudó al Partido republicano. El mantiene su peso como líder republicano.
El panorama, a pesar de haber ganado la Cámara de representantes y ponerse en varias gobernaciones, no luce fácil para los demócratas. Mucho “pescueceo” político, conspira contra ellos.Todavía falta mucha tela que cortar y el 2020 no está lejos. Importante es que los republicanos impidieron la marcha azul sobre el mapa norteamericano. Viene la cruzada electoral para presidente y, repito, hay mucho “precandidato” entre los demócratas que juega adelantado.
Los republicanos, hoy, le deben a Trump, más que lo que ellos hubiesen logrado por sí solos. Puede que haya una que otra pequeña fisura, pero, Trump es el líder y ellos cerrarán filas a su alrededor. El senado es un gran escenario. Todos los que salieron triunfadores, son y están de parte del Trump. Los republicanos salieron favorecidos con los temas que se invocaron durante la campaña. El caso de Brett Kavanaugh como candidato a la Corte Suprema y la obstinada postura demócrata les ayudó. En una ocasión, coloquialmente expresamos esa “bufonada” de introducir esa caravana con migrantes desde América Central, fue un bombeo de entusiasmo del americano medio que votaría por quien se opusiera al ingreso de esos “corderos” traídos por su pelaje para enturbiar el papel de Trump y sus candidatos. Et voilá, Trump manejó el tema en su estilo, y en lugar de ser derrotado, como lo pensaron algunos, quedó tablas. Es la hora de la política.
Para un hombre, como Trump, sin experiencia ni el tino diplomático que se requiere para esta alta investidura, tras dos años en el poder, él hoy, se confronta con la política. Muchos votaron para mostrar su adhesión o rechazo al magnate. Es la hora que Trump muestre sus credenciales de haber aprobado las materias vinculadas a la política, como ejercicio racional y ponderado. No el twitter. Hoy, es posible que éste comprenda la necesidad de ser ponderado. Desde enero de 2019, los EEUU tendrán un nuevo poder legislativo. Él debe ponderar que es el presidente #45 de la Nación americana y se debe comportar como tal. Lo del martes fue un examen a su gobierno y a él en lo personal. Perder la Cámara de representantes en los momentos que la economía ofrece signos de recuperación lo debe llamar al botón. La política es el arte de lo posible y la ciencia de las contingencias, decía Bismarck. Trump debe reflexionar y centrarse en lo esencial para evitar lo que se cocina en las calles cercanas al Potomac: el “impeachment”.
Los demócratas se moverán cual dobbermans de la política. Meten miedo con sus dientes. Veremos si Trump no los enjaula. Por ahora, repetimos, “FromRusiawithlove”, se canta y las finanzas suyas serán investigadas, una vez que ellos asuman en enero el control de la Cámara de representantes. Veremos.
Felizmente para Trump, los republicanos ganaron y controlan el senado. Las elecciones modificaron el equilibrio de poderes. Hasta ayer, ellos controlaban todo. Hoy ha cambiado. Ese resurgir de la política hace que de ahora en adelante, veremos, bien compromisos (ceder de parte y parte) o bien bloquear e incluso provocar a Trump para que pise el peine y decida enfrentarse al poder de la Cámara de representantes. El impeachment lo puede esperar.
Desde el punto de vista de la política internacional, hay que observar que el triunfo de Trump, entusiasmó y potenció a los liderazgos populistas en el mundo. Hubo quien dijo que Trump y Chávez eran lo mismo. Víctor Orban en Hungría se fortaleció con el ejemplo del magnate gringo. Hace días Bolsonaro, en Brasil, triunfó abiertamente al alimentarse de los discursos y de la narrativa de Trump. Creemos que mundialmente, esta derrota a Trump marca una evidente clarinada política de que es posible enfrentar el populismo y derrotarlo, independientemente de su inclinación ideológica, bien sea de izquierda o de derecha. Ambas tienen la misma raíz: son engañifas y dañinas para la sociedad. Es la hora de la política y no de los extremos. Hacer política, significa sentarse a negociar, planificar y racionalizar objetivos claros y posibles. El liderazgo político no debe desechar jamás las ofertas para negociar, por muy feo, absurdo e incluso, sanguinario que pueda ser quien está al frente. Hay que negociar. Lo que se busca es encontrar soluciones a los problemas y no hacer de ellos más problemáticos. Para Trump es la hora de comprender que hay que hacer política y para nosotros los venezolanos también.
@eloicito