A principios de abril, Trump declaró que EEUU debería retirar sus fuerzas militares de Siria. El Secretario de Defensa Mattis parece haber convencido a Trump de posponer este plan por al menos seis meses, alegando necesidad estratégica, con lo cual estoy totalmente de acuerdo. Más allá de eso, sin embargo, las fuerzas estadounidenses no sólo deben permanecer en Siria, sino que deben ser aumentadas para convertir a EEUU en un actor creíble en la solución permanente de la guerra que devastó al país, garantizando la seguridad de nuestros aliados y estabilizando la región.

Debemos revisar cuidadosamente las ventajas y desventajas de irnos o quedarnos, especialmente ahora que es probable que la agitación en la región se intensifique en lugar de disminuir, debido a la retirada de EEUU del acuerdo con Irán. Las razones para quedarse y aumentar aún más las fuerzas estadounidenses en Siria son múltiples.

Primero, la retirada de las fuerzas estadounidenses en los próximos seis meses, en un momento en que Irán está en el proceso de establecer varias bases militares permanentes en Siria, cargadas con misiles de mediano y largo alcance que pueden alcanzar cualquier parte de Israel, es una receta para la guerra entre Israel e Irán. Aunque Israel ha atacado y continuará atacando las instalaciones militares iraníes en Siria, la presencia y el aumento adicional de las fuerzas estadounidenses darán credibilidad a las recientes demandas de EEUU de que Irán salga de Siria y deje de amenazar la existencia de Israel con impunidad.

En segundo lugar, independientemente de si Irán continúa o no apegado a los términos del acuerdo nuclear, la retirada de EEUU motivaría a Irán a desestabilizar aún más la región, apoyar a los grupos extremistas y acelerar su programa de misiles balísticos. La pregunta es: ¿terminará Irán sus actividades malignas y se alejará de los pilares centrales de sus políticas exterior y de seguridad, incluida su participación en Siria y Yemen? No hay duda de que la presencia militar estadounidense continua y ampliada en Siria obligaría a Teherán a pensar dos veces antes de afianzarse aún más en el país, por temor a una retaliación estadounidense que Irán no puede tomar a la ligera.

Tercero, durante décadas nuestros aliados en la región (los Estados del Golfo, Jordania e Israel) han dependido y continúan dependiendo en diversos grados de la protección de EEUU para su seguridad nacional. Es cierto que EEUU tiene una gran presencia militar y naval en el Mediterráneo y el Golfo, pero la presencia estadounidense reforzada en Siria, donde está teniendo lugar la batalla real por el dominio entre las potencias rivales en la región, es central. Sin la presencia militar estadounidense, EEUU no estará en posición de influir en el desarrollo de los acontecimientos posteriores a la derrota de ISIS. Quedarán Rusia, Irán y, en menor medida, Turquía determinando el futuro de Siria, mientras los aliados de EEUU en la región se verán afectados negativamente por la naturaleza de cualquier resultado.

En cuarto lugar, la continua presencia militar de EEUU y su ampliación evitarán el resurgimiento de ISIS en Irak y Siria. Nadie debe confundir la derrota de ISIS en el campo de batalla con su durabilidad ideológica. Ya han surgido en muchos países de Medio Oriente, del Norte de África y Europa, y siguen siendo una amenaza para los aliados de EEUU en la región. La presencia militar de EEUU en suelo sirio tiene implicaciones prácticas y simbólicas que ISIS no puede ignorar, dada su experiencia en la lucha contra las fuerzas estadounidenses, que fue el factor más significativo que llevó a su derrota definitiva.

Quinto, nada disuadirá a los principales jugadores antagónicos en Siria -el régimen de Assad, Rusia, Irán y Turquía- que no sea una presencia militar estadounidense robusta. Estos países entienden el lenguaje de la fuerza mejor que nadie. No estoy sugiriendo que EEUU deberían prepararse para luchar contra ninguno de estas potencias. La mera presencia estadounidense, sin embargo, envía un mensaje claro de que EEUU tiene la intención de jugar un papel importante en la búsqueda de una solución que proteja sus propios intereses nacionales y los de sus aliados.

En sexto lugar, desde el advenimiento de la Administración Obama y ahora bajo la Administración Trump, EEUU por su propia participación inconsecuente han enviado una señal clara de que no tiene ningún interés geoestratégico o de seguridad para estar profundamente involucrado en la guerra civil de Siria. EEUU se limitó a proporcionar apoyo financiero marginal y entrenamiento limitado a los rebeldes en su lucha contra el régimen de Assad. Este enfoque indeciso no fue más que un fracaso sombrío. La ausencia de músculo militar estadounidense en Siria ha marginado a EEUU, al tiempo que permite a Rusia, Irán y Turquía ignorar a EEUU sin sufrir ninguna consecuencia.

La falta de una presencia militar estadounidense robusta en Siria permitió a Irán jugar un papel importante en el país y asegurar una masa continental contigua desde el Golfo hasta el Mediterráneo; dejó las manos completamente libres a Rusia, convirtiéndolo en el árbitro último en el país; envalentonó a Turquía para realizar incursiones militares masivas en Siria con el objetivo de establecer una presencia permanente en el país; y planteó serias dudas sobre el compromiso de EEUU con la seguridad de sus aliados en la región.

Este peligroso deslizamiento no se puede revertir simplemente bombardeando algunas de las instalaciones y centros de almacenamiento de armas químicas de Assad, como Trump lo ha hecho dos veces en el pasado debido al uso de armas químicas de Assad contra sus propios civiles. Aunque matar a casi 4.000 sirios en los últimos siete años con armas químicas es atroz y está fuera de lugar, ¿qué hay de los más de 500.000 que fueron asesinados sin piedad por armas convencionales?

La ausencia militar de EEUU es un factor, y nadie que conozca la dinámica del conflicto, los juegos de poder y la continua volatilidad de la región, pueden sugerir lo contrario. Incluso una revisión superficial de los conflictos actuales en Medio Oriente sugiere que la estatura de los EEUU está disminuyendo, y estamos mucho peor hoy de lo que estábamos en el año 2003.

La desastrosa guerra de Irak ha desestabilizado enormemente la región y todavía estamos sufriendo sus consecuencias. La guerra dio lugar al amargo conflicto entre sunitas y shíitas, a Irán se le dio una oportunidad de oro para atrincherarse en Irak y posteriormente en Siria mientras jugaba un papel importante en la guerra civil en Yemen, galvanizó el surgimiento de ISIS y empujó al Medio Orientea la agitación, cuyo final está lejos de estar a la vista.

Sí, la historia es instructiva, y EEUU, independientemente de sus intereses geoestratégicos globales, no puede involucrarse en todos los conflictos. Dicho esto, EEUU no debe quedar paralizado por pasadas políticas erróneas. EEUU tiene la obligación moral y práctica de examinar cuidadosamente cada conflicto por sí mismo, y determinar sus ramificaciones a largo y corto plazo si actuamos, y qué pasaría si no lo hacemos.

EEUU no puede afectar el desarrollo de los acontecimientos en Siria sin un respaldo militar creíble y fuerte para disuadir a cualquier adversario de actuar de cualquier manera que se considere inconsistente con sus intereses nacionales y los de nuestros aliados. Espero que el Secretario de DefensaMattis, quien parece tener una comprensión clara de la realidad en Siria, convenza a Trump de adoptar este enfoque y prevalecer.

Mientras EEUU permanezca en el lado correcto de la historia y respete sus obligaciones morales, recuperará su papel de liderazgo mundial, el cual brilla por su ausencia.

Profesor de Medio Oriente del Center for Global Affairs de la Escuela de Estudios Profesionales de laUniversidad de Nueva York (NYU-SPS).

@AlonBenMeir

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *