Donald Trump, a su llegada al Capitolio de Washington.

El Mundo es cada vez más interdependiente. Es la globalización. Ella obliga al ser humano a conectarse adecuadamente con esa realidad. En esta perspectiva, es que vamos a analizar el tradicional Discurso del Estado de la Unión que anualmente deben rendir los Presidentes de EEUU al Congreso, el cual fue pronunciado por primera vez por Donald Trump el pasado 30 de enero. Con 1 hora y 20 minutos, el Discurso del Presidente Trump ha sido el tercero más largo después de los que pronunció Bill Clinton en 2000 y 1995, donde hizo gala de un tono moderado y solemne, sin moverse realmente un ápice de muchas de sus posturas. Apeló a los valores estadounidenses, pero ordenó la continuidad de la prisión de Guantánamo y acabó exigiendo otra vez un Muro en la frontera con México. Ofreció unidad nacional, pero siguió polarizando con Obama y en materia de inmigración. Al final, Trump siguió siendo Trump.

Alguien dijo en una ocasión: todos los ciudadanos del Mundo deberíamos votar por la Presidencia de EEUU. Bueno, muchos espectadores alrededor del Mundo, debimos estar atentos a ese discurso. Como ya señalamos, era el primer Discurso de rendición de cuentas que éste pronunciaría como Jefe de Estado, ya no como magnate de EEUU o candidato presidencial. La expectativa era grande, ya que la situación política actual de EEUU y el Mundo es muy compleja. Venezuela no escapa a ello.

Durante el discurso, Trump se comportó ponderado, tranquilo y dueño de la escena. A propósito de esto último, es su naturaleza. Hizo un llamado a la ponderación, cosa rara en él, pero lo hizo. Llamó a la “UNIDAD”; un meta mensaje a los demócratas. Incluso, el diario parisino Le Monde remarcó el buen talante de su intervención, al igual que la realizada en el Foro de Davos, frente a un Trump que nos tiene acostumbrados a la desfiguración del lenguaje y las frases altisonantes. En cambio, en esta ocasión, no se comportó agresivo ni recurrió a epítetos personales; por el contrario, su tono fue equilibrado. Recordó, y mucho, al Discurso dado ante ambas Cámaras del Congreso el 1 de marzo de 2017, donde delineó su proyecto de gobierno. Por ello, no son pocos quienes no compran el cambio de tono, mientras algunos aventuran la hipótesis de un Trump que, como sería lógico, ha comenzado a observar el impacto negativo de su estilo de gestión en la ciudadanía.

La popularidad de Trump se encuentra en niveles mínimos, aunque parece conservar su base de apoyo. El país está dividido. Donald Trump, queremos creer, ha comprendido que necesita de salidas concertadas y acuerdos con los demócratas. Ambos partidos deben encontrar un lenguaje común. Es la solución para los problemas de EEUU. Trump requiere el trazo de una agenda común a los problemas. Le urge un compromiso legislativo. Se avecinan las elecciones de medio término. Los demócratas amenazan con su crecimiento en las preferencias electorales. Trump debe entender que es la racionalidad y no las pasiones, lo que determina el éxito en la política. El tiempo corre en su contra. Por ejemplo, Trump sabe de sobra que el tema del presupuesto lo arrincona en el Salón Oval; por lo que al no disponer de una mayoría suficiente en el Congreso, se ve obligado a promover un acuerdo bipartidista para poder aprobarlo. Tiene hasta el 8 de febrero tiempo para ello.

Además, está planteado el tema  de la inmigración. Éste tema y el presupuestario, adquirieron fuerza en su agenda y fueron destacados en este discurso. Trump planteó, en términos dramáticos, que ambos partidos coincidieran en materia presupuestaria y aquella, en la que todos los estadounidenses, independiente de su color, religión u origen están expuestos al amenazante peligro del terrorismo fundamentalista.

Trump criticó la apertura indiscriminada de sus fronteras.; ello a su juicio habría costado muchas vidas humanas para EEUU. La vulnerabilidad que genera la “apertura indiscriminada” de las fronteras habría permitido la profusión de bandas de criminales operen  en ellas, produciendo peligros. Esas fronteras abiertas han permitido que millones de trabajadores mal pagados compitan por puestos de trabajo con los ciudadanos estadounidenses más pobres. Una competencia desleal, a juicio de Trump, pero esta vez con un factor gansteril. Aquí Trump volvió a ser el Trump de siempre, olvidando que la inmigración ha hecho grande a EEUU, y que los problemas conexos que pueda ocasionar, como la penetración de mafias, debe resolverse con un enfoque de cooperación, y no con un enfoque punitivo y de aislamiento.

Desde hace algunos días en Washington se habla de la apertura de un mecanismo expedito para garantizar a casi 2 millones de personas indocumentadas, toda los papeles necesarios para su permanencia en suelo estadounidense; esto es siempre y cuando los factores que le adversan en el Congreso acepten desbloquear los fondos en dólares para su emblemática promesa de la campaña electoral: la construcción del muro en la frontera entre México y EEUU. Éste, es un plan tan ambicioso como equivocado. Una infraestructura que requiere una gran inversión, y que no beneficiará a EEUU. Trump exigió al Congreso, y más concretamente a los demócratas, dar un paso hacia su aprobación.

Por otra parte, el Presidente Trump pidió, a viva voz, al Congreso que apruebe su plan de inversión en infraestructuras por casi 2 millardos de dólares. Trump, pretende y sueña con grandes obras en el terreno; busca renovar toda la arteria de autopistas; igualmente piensa ampliar y modernizar las vías ferroviarias, la red de puentes y renovar las vías de navegación mediante una ampliación de su flota naval. Quien haya visitado EEUU sabe bien que una renovación de las infraestructuras resulta muy necesaria, más allá que muchos estados como Florida se encuentren a la vanguardia a nivel mundial.

Asimismo, Trump buscar introducir algunas reformas en materia económica. Usa como recurso referencial la importancia de una reforma fiscal. Hoy hay mejores condiciones para la reproducción de puestos de trabajo. Sostuvo que desde que su gobierno inició el plan de reducción de los impuestos, cerca o más de 3 millones de trabajadores han recibido bonos salariales que mejoraron sus condiciones de vida.

En materia de política exterior, Trump destacó la lucha contra el terrorismo expresado en el Daesh, Al-Qaeda u otras organizaciones terroristas. Todavía hay mucho por hacer para vencerlos. Él, manifestó, en sus palabras, sentirse orgulloso de la actual coalición que ha librado serias batallas y liberado casi el 100% del territorio ocupado de los asesinos del Daesh, que hacían vida en los territorios de Irak y Siria. Pero esta guerra está lejos de acabar, por más que se haya ganado terreno.

Trump mostró su desencanto con la liberación de muchos terroristas. E incluso firmó un decreto mediante el cual se amplía la presencia de EEUU en Guantánamo. Esa cárcel no será cerrada, sino ampliada. Él, sostiene que mantiene otra de sus promesas electorales.

Entre otros temas internacionales de envergadura, destacan Rusia y China. Ambos países, tipificados como rivales de EEUU, según Trump, amenazan los valores estadounidenses, así como sus intereses. Según él, la debilidad, de todos los Presidentes que le precedieron, facilitó la generación de una sensación global, según la cual, EEUU hoy son frágiles. Esta postura débil y conciliadora hacia Beijing y Moscú, ha sido la vía más directa para el conflicto. Trump tomó distancia así de Putin y del llamado Russiagate, el cual ha sido su gran dolor de cabeza.  Para asegurar el poder de Washington, Trump solicitó del Congreso que votase el aumento presupuestario para las Fuerzas Armadas. Colocó el acento en la urgencia de modernizar y rehacer el arsenal nuclear de EEUU; con la idea de minimizar las amenazas, pero fundamentalmente para mostrarse más poderosos.

Trump, puso el dedo en la llaga, como quien dice, cuando apuntó hacia Venezuela, tras primero mencionar a Cuba. Sostuvo que ambos regímenes comunistas son dictaduras que amenazan a sus pueblos y que por ello ha impuesto “duras sanciones”. Mostrando su voluntad de continuar haciéndolo.

Del mismo modo, criticó el acuerdo nuclear con Irán  y señaló al régimen de Corea del Norte, que aparte de ser, represivo y sangriento con su pueblo, representa una verdadera amenaza a la paz mundial. Trump se  mostró dispuesto a ejercer su papel para enfrentar la política complaciente y de concesiones de otros Presidentes frente a ese régimen, en una nueva alusión velada  Barack Obama. No pretende seguir el ejemplo de sus antecesores; no cometerá los mismos errores que hoy han puesto en peligro a EEUU y al Mundo.

Mientras Trump pronunciaba su discurso, Tillerson se marchaba de viaje hacia la región. Antes de iniciar su periplo, pronunció un discurso en Texas donde advirtió acerca de los peligros que significa Venezuela para la región, recomendó a Maduro renunciar y exiliarse en alguna playa cubana, para rematar hablando de la posibilidad de un golpe militar de los que trágicamente está llena nuestra historia.

La Administración Trump ha posado fijamente su mirada sobre la geografía existencial de nuestro país. Las cartas están sobre la mesa. Quien no las ve, es porque no lo quiere hacer.

@eloicito

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