El nuevo año se perfila complejo para el Mundo y particularmente dramático para Venezuela, pero las fuerzas democráticas, promotoras de paz y convivencia tienden a crecer en impulso y creatividad frente a las adversidades y nuestra esperanza es que esto se pueda multiplicar, por optimismo, pero también por esfuerzo de trabajo, disciplina y organización de la gente honesta y de buena voluntad.
Los desafíos globales se proyectan múltiples y complejos y el militarismo, el armamentismo, el terrorismo y la violencia juegan un papel privilegiado. Pareciera que la amenaza nuclear de Corea del Norte, sujeta a las irracionalidades de su joven dictador, por sus graves consecuencias para la paz y la seguridad mundial, se presenta como uno de los temores más catastróficos. No muy lejos en peligrosidad se ubican el terrorismo y los ilícitos internacionales, tan difíciles de controlar y enfrentar, pues rompen los esquemas tradicionales de la seguridad y defensa.
Pero los riesgos globales son diversos y en el plano humanitario resaltan las crecientes violaciones de los derechos humanos; también las significativas migraciones de población pobre y perseguida en el planeta, incluyendo la venezolana que, en el marco de la aporofobia, básicamente encuentra rechazo, lo que se constituye en un potencial de conflicto. La pobreza y la marginalidad de vastos grupos humanos, acrecentada por los populismos y autoritarismos, se mantiene como uno de los factores de inestabilidad mundial.
En la lista de riesgos globales también destacan los problemas ecológicos, en particular los negativos efectos del cambio climático; también la proliferación de virus, que aún no tienen cura y se mueven a escala mundial sin consideraciones por fronteras o soberanías. Igualmente destacan la violencia de género que, no obstante la campaña de repudio mundial, siguen creciendo y junto a ella el permanente maltrato a la diversidad sexual.
En el plano económico el desasosiego frente a la globalización está creciendo, pero su manejo está resultando irresponsable, como el caso del Brexit en Gran Bretaña, o la rechazo de Donald Trump de los acuerdos comerciales transpacífico y transatlántico; pues retirarse de la integración, como también fue el caso del proceso bolivariano frente a la Comunidad Andina y el Grupo de los Tres, no es la solución, por el contrario tiende a complicar los problemas. Tampoco resuelve las inequidades que genera la globalización pretender construir muros, que solo exacerban la visión autoritaria de la soberanía y multiplica las complicaciones.
Sobre la terrible situación venezolana, la mayoría de los diagnósticos coinciden, tanto en la magnitud de la problemática para el nuevo año, como en la irresponsabilidad del proceso bolivariano, que profundiza la crisis por los beneficios políticos que le genera, al mejor estilo cubano, empobrecer facilita el control absoluto.
Pero frente al panorama desolador, las fuerzas de cambio en el Mundo no se amilanan y el multilateralismo, los nuevos actores como las organizaciones no gubernamentales o las fuerzas que promueven la paz, la convivencia y la democratización de las relaciones internacionales, se mantienen firmes y creativas en su labor.
En lo que a Venezuela respecta, para quienes creemos en la democracia y la convivencia los retos son enormes; ahora bien, en proporción a los obstáculos, debería crecer la voluntad, la creatividad, la organización y, obviamente, la unidad. Para la navidad y el nuevo año, con optimismo o ingenuidad, les deseamos todo lo mejor posible y espero que podamos reencontrarnos de nuevo en el mes de enero del 2018.