Faltan apenas seis semanas para el proceso electoral más importante de este año en el mundo entero, y la carrera se ve más complicada que nunca. A pesar de haber gozado de una amplia ventaja durante el mes de agosto, Hillary Clinton ahora se encuentra a menos de 2 puntos porcentuales de Donald Trump, de acuerdo al modelo del agregador de encuestas del sitio FiveThirtyEight, uno de los sitios de análisis líderes en materia electoral de los Estados Unidos.
Más allá del debate presidencial ocurrido el día lunes, cuyos efectos no sentiremos hasta que salgan encuestas nuevas durante el próximo par de semanas, es importante analizar en qué situación llegan los candidatos de cara a la recta final de la campaña, poniendo énfasis en los dos últimos meses.
El Estado de la Carrera
Semanas de ciclos noticiosos negativos, desde el ahora infame comentario de Clinton que expresaba que la mitad de los seguidores de Trump eran un “basket of deplorables”; pasando por los rumores sobre su salud, la opacidad de la campaña respecto a este tema y la posterior revelación de que la candidata sufría de una neumonía; y los coletazos del escándalo de los correos electrónicos, entre otros, han afectado de forma muy negativa la imagen de una candidata que ya en ese momento partía de una posición débil en cuanto a como la percibía el público, sobre todo en el tema de la honestidad y la confianza.
La campaña de Clinton parece además haber cometido dos errores de estrategia que le están pasando factura. El primero ha sido enfocar la campaña en las estadísticas y los análisis cuantitativos para asegurar el mayor rendimiento posible en los diferentes puntos del mapa electoral, descuidando mucho la construcción de un mensaje claro y sencillo de entender para la mayoría de los electores, que contenga las propuestas clave y que permita definir a la candidata; los intentos de definir este mensaje, como lo fue la creación del slogan de campaña “Stronger Together”, han sido de carácter reactivo y bastante disperso.
El segundo fue una idea surgida después de la Convención Demócrata en Filadelfia, y el posterior rebote de los números de Clinton, y es la percepción de que a la candidata no le convenía mostrarse demasiado, que Donald Trump acumularía suficientes errores propios como para no recuperar la ventaja que Hillary le llevaba, la cual era de 6% para el 14 de agosto, según el sitio antes citado. Entonces durante semanas la campaña con sede en Brooklyn le cedió los espacios a los republicanos a nivel de eventos, entrevistas y otros tipos de apariciones (aunque ciertamente teniendo un empuje colosal a nivel de propaganda en los medios) lo cual sumado a la mayor disciplina que ganó la campaña de Trump desde la contratación de la veterana Kellyanne Conway el 17 de agosto, resultó una pérdida importante de terreno para Clinton.
Se pueden citar otros factores ajenos a la campaña demócrata que pueden explicar el giro en las encuestas. La mencionada mayor disciplina de la campaña de Trump puede haber no solo evitado que se cometieran más errores escandalosos que lastimaran al candidato, sino que han logrado convencer a electores conservadores republicanos (y demócratas) que no tenían intención de votar por Clinton pero aún no estaban a bordo del “Trump Train”. Así mismo hay un fenómeno que varios analistas han apuntado, que es el menor nivel de exigencia a Trump respecto a Hillary; no hablamos de ninguna acción intencional, sino a la consecuencia de cómo ambos candidatos se proyectan así mismos.
En este sentido podemos decir que Trump nunca ha negado ser “políticamente incorrecto”, nunca ha negado que sus prácticas de negocios estén al borde de la legalidad, en general nunca se ha presentado (ni es percibido) como una buena o correcta persona, además de que es bien sabido que no tiene experiencia en la política y que es propenso a insultar a personas e instituciones y hacer comentarios escandalosos; por lo tanto, cada equivocación de Trump, excepto las más graves, son percibidas como Donald Trump comportándose como se ha llegado a esperar que se comporte. En cambio Hillary Clinton, a pesar de la imagen negativa que el público tiene de ella, nunca ha tratado de salirse de la norma ante el público, y se ha presentado como una política preparada y con experiencia; entonces cada error de Hillary, cada comentario incorrecto, resuena muchísimo más en los medios que cada comentario y error de su contrincante. Insistimos, no es un efecto intencional generado por ningún medio, es una consecuencia de cómo funciona el ciclo noticioso en el siglo XXI.
Primer Debate Presidencial
Ahora considerando el debate del día anterior, el cual los medios y expertos dan decididamente a Clinton, podemos esperar algún movimiento de los números hacia su lado, o como mínimo la ralentización de la caída que experimentó durante septiembre, pero es difícil, por no decir imposible, predecir qué efectos tendrá en la elección el evento televisivo reciente. Históricamente es difícil establecer un marco para entender bajo qué condiciones un debate se puede considerar relevante para la elección. Por ejemplo se considera que Mitt Romney ganó su primer debate ante Barack Obama en 2012, pero el alza que experimentó en las encuestas probó ser temporal; así mismo se dice que en el 2000 Al Gore perdió terreno ante George W. Bush al haber tenido un lenguaje corporal y actitudes muy agresivas y unas expresiones faciales algo irrespetuosas, a pesar de haber estado básicamente bien en cuanto a contenido.
A pesar de lo anterior, podríamos considerar un par de elementos que, en consideración personal, pueden darle a los debates de este año más puntos en la casilla de “relevante” sobre la de “irrelevante”: El primero es que este año hay número inusualmente alto de votantes que a estas alturas están indecisos, producto del poco nivel de aceptación de ambos candidatos y del número creciente de votantes que se identifican como independientes; el otro es que las características que generan más preocupación sobre ambos candidatos, aunque especialmente sobre Donald Trump, fácilmente pueden salir a relucir en un debate, como lo son lo impredecible que puede ser el magnate neoyorquino y su falta de temperamento, y lo cerrada y poco auténtica que puede ser la ex Secretaria de Estado.
El debate en sí mismo no fue demasiado amplio en contenido y ambos candidatos mostraron que no es su punto más fuerte el estar en el escenario uno a uno. Sin embargo, la Secretaria Clinton logró sacar claramente al señor Trump de su zona de confort, lo obligó a ponerse a la defensiva y a justificar (o negar) en varias oportunidades cosas que había hecho o dicho; por otro lado Trump si logró generar una línea de ataque bastante buena, que fue el utilizar la experiencia de Clinton en su contra, al afirmar, ante la mayoría de las propuestas que la candidata lanzaba, que considerando su largo paso por el gobierno ya pudo haber implementado esas propuestas e ideas y no lo hizo. Pero más allá de eso, Trump tuvo que defenderse sobre sus prácticas de negocios, su trato a las mujeres, la viabilidad de su plan de impuestos, y muchos otros elementos que por momentos lo hicieron ver fuera de su juego. La candidata demócrata no ahondó demasiado en sus propias propuestas, aunque predeciblemente le fue mejor que al republicano cuando se discutió el tema de las relaciones raciales; en lo económico no presentó mucho más que Trump, aunque si lo defendió bastante mejor; y finalmente, ninguno se sacó demasiadas ventajas en política exterior, área en la que ambos han recibido muchísimas críticas, aunque la ex Secretaria de Estado curiosamente no recibió ataques sobre el tema de Benghazi, aunque sí sobre ISIS, el NAFTA y el TPP, temas muy utilizados por Trump en sus discursos.
El balance que podemos hacer es que el día lunes Hillary Clinton tuvo una participación positiva, aunque no excelente, logrando hacer quedar bastante mal a su contrincante el cual, tal como dijimos unas líneas atrás, afortunadamente para sí mismo no recibe un escrutinio tan profundo por sus errores como su contrincante. Aunque es temprano aún, pues muchas cosas pueden pasar en cinco semanas, podría decirse que la corta ventaja que tiene Clinton probablemente se mantenga en estas semanas, y quizás repunte ligeramente, aunque de momento la carrera sigue pareciendo una muy cerrada de aquí a noviembre, estaremos atentos.
@IvanRojas92