El jueves 23 de junio, se realizó el Referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE), donde ganó por estrecho margen la opción del “Brexit” (Britain exit, salida británica). Este resultado tomó por sorpresa a la mayoría de los analistas, los cuales subrayábamos la racionalidad y el talante flemático del pueblo británico. No obstante, en esta ocasión, pesó mucho más el tradicional euroescepticismo británico con una UE que no ha sabido gestionar la crisis económica desde 2008 ni la crisis de refugiados desde 2014, así como la división de la elite británica frente a una Europa cada vez más alemana y la manipulación demagógica del ascendente partido extremista UKIP que supo aprovechar los temores frente a la inmigración tras los ataques terroristas de Paris y Bruselas. Un terremoto geopolítico con epicentro en Londres, pero cuyos efectos alcanzan Bruselas, Berlín, Paris, Washington y el resto del Mundo.
En Londres, no le ha quedado otro remedio a David Cameron que renunciar, al convocar irresponsablemente un referéndum que aunque no es vinculante, ha generado una tormenta. Muchos ciudadanos se han movilizado para solicitar un nuevo referéndum y ya hablan de “Breturn”, pero lo cierto es que será muy difícil revertir los resultados sin afectar la democracia. Por si fuera poco, debido a la expresión territorial de los resultados -donde Inglaterra y Gales votaron mayoritariamente por el Brexit, mientras Escocia e Irlanda del Norte se opusieron-, los independentistas han planteado la necesidad de un nuevo referéndum por la independencia de Escocia y un referéndum por la reunificación de Irlanda.
Por tanto, en caso de no poderse revertir los resultados del referéndum, las incertidumbres que se abren nos llevan a considerar el futuro del Reino Unido por escenarios: 1) Escenario catastrófico “Desunion Jack”, donde el terremoto del Brexit lleva a unas agrias negociaciones entre Londres (que pide fórmula suiza, es decir, firma de una red de acuerdos bilaterales) y Bruselas (que exige fórmula noruega, es decir la incorporación del Reino Unido al Espacio Económico Europeo), las cuales ocasionan la salida británica del mercado único; el comercio bilateral pasa a regirse por las reglas OMC con fuerte impacto económico (-5% a -9% de revisión a la baja del pronóstico de crecimiento del PIB británico, y entre -0,5% y -1% del PIB europeo al 2019); triunfo de los independentistas y fragmentación del Reino Unido dando paso a una Escocia independiente y a una “Gran Irlanda” que buscarán mantenerse en la UE –aunque países como España se opondrán para no alentar a sus propios separatismos-, mientras la “pequeña Inglaterra” trata de reinventarse como centro financiero offshore para el yuan y la OTAN se ve resquebrajada; 2) Escenario intermedio “Espléndido aislamiento”, donde se producen unas duras negociaciones entre Londres y Bruselas que llevan a un acuerdo de asociación entre la UE y el Reino Unido –fórmula canadiense-, lo cual le da acceso favorable al mercado único (-2% revisión del PIB británico y -0,3% del PIB europeo al 2019); derrota de los independentistas; Londres mantiene a flote su economía con recortes del gasto militar e inversiones chinas y rusas, lo cual la llevan a disminuir su compromiso con la OTAN y a evitar involucrarse en conflictos exteriores; 3) Escenario benigno “Entente Cordiale”, se negocia amistosamente y se opta por la fórmula noruega con impactos limitados.
Para la UE, de concretarse el Brexit, se presentan tres escenarios: 1) Escenario catastrófico “Fragmentación europea”, donde a pesar de negociar duramente con Londres, los partidos extremistas y euroescépticos generan una oleada de consultas en Francia (Frexit), Holanda (Nexit), Austria (Auxit), Hungría (Hexit), etc, con resultados dispares; la UE queda al filo de la desintegración; resquebrajamiento de la OTAN, “desglobalización” y auge del proteccionismo; 2) Escenario intermedio “Europa à la carte”, donde se reforma el Tratado de Lisboa a la baja como baza para derrotar a los partidos extremistas, liberalizando las economías, renacionalizando algunas políticas -como las migratorias- y recurriendo a la metodología de la “cooperación reforzada”, dando como resultado una UE debilitada e introspectiva como un actor más en una Europa multipolar; Francia mantiene su compromiso con la OTAN y Alemania aumenta sus vínculos con Rusia y China; y 3) Un escenario benigno “Europa federal”, donde la salida británica coloca a Berlín al timón y profundiza la unidad europea en materia fiscal, financiera, energética, defensa, e incluso en lo político.
El resto del Mundo sentirá impactos en función de los distintos escenarios vistos, que pueden redundar en un declive más acentuado de la hegemonía de EEUU y una peligrosa recaída de la economía mundial.
En Venezuela, sentiremos impactos indirectos por varias vías: 1) Un debilitamiento severo del Reino Unido favorece nuestro reclamo del Esequibo, al ser clave en las alianzas de Guyana; 2) Un debilitamiento severo de la Unión Europea, supone un golpe al modelo de integración más admirado en América Latina; 3) Probable estancamiento de las negociaciones UE-MERCOSUR, al menos hasta 2019 (aunque Venezuela no se ha sumado a estas negociaciones, se apostaba por este acuerdo para relanzar el MERCOSUR); 4) Un menor crecimiento económico mundial puede afectar los precios del petróleo. Respecto a esto último, el Departamento de Energía de EEUU señaló que el Brexit ha añadido incertidumbre sobre el tan vitoreado rebalance gradual del mercado petrolero; Goldman Sachs ha descartado impactos significativos; mientras Barclays ha corregido a la baja sus proyecciones de demanda para 2016 y 2017 en 100 mil barriles diarios, reduciendo sus pronósticos de precios en 3 $/Bl (ubicando el precio promedio del Brent en 44 $/Bl en 2016 y 57 $/Bl en 2017). Como vemos, en Londres han abierto la “caja de Pandora” geopolítica. ¿Y usted qué opina?
@kenopina