Señor Presidente Rodríguez Zapatero y otras personalidades:
Con el debido respeto me permito iniciar esta epístola para presentarme. Soy uno de esos millones de venezolanos que reclaman una salida pacífica, democrática y constitucional, tal como lo indica la Carta Magna de 1999. Como venezolano he crecido enfrentando serias contradicciones: soy de la generación que llaman en inglés, los Baby Boomers, es decir, nos inscribimos en una visión profética e idealista. Ella se hizo presente en los años luego de la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Fría. Oscilamos en las edades de los 50-70. Una generación enriquecida con acontecimientos políticos de primer orden. Su dinamismo se observa gracias a una mejor alimentación, mejor vestimenta, mejor educación y mayor cultura, acceso y comprensión de los elementos de internet; en general, una generación consumista de productos materiales y espirituales. También ha sido y es una generación menos tradicionalista y menos religiosa; en fin más liberal en todos los sentidos, incluidos los sexuales.
Una generación que conoció del horror de la ridícula lucha armada en Venezuela, la Guerra del Vietnam, el amor libre, las bondades de la píldora anticonceptiva en sus parejas, el mayo francés, la invasión a Checoslovaquia, la ruptura con el comunismo al ritmo de los Beatles. La misma que observó el paso del televisor en blanco y negro al color, en consecuencia comprendimos que la política es como ese “mago” con cara de vidrio. Repito, para nosotros, la política, era, inicialmente, en blanco y negro; hoy la vemos a todo color. Están todos los tonos y matices.
Señor Presidente, usted también emana de ella; pero, pareciera que usted se inscribe en la anterior generación; esa que se retorcía en medio del dogmatismo ideológico (por creer, entre otras cosas, que el gobierno es el alfa y omega de la sociedad). Usted, se comporta cual esa generación que enfrentó la gran depresión y que observaba a los políticos, especialmente a los gobernantes (que no a los gobernados, pues ellos, en la teoría y práctica política, no existían) como infalibles, justamente, por ser “los gobernantes”. El ciudadano, para éstos, insisto, no tenía valor alguno. Tengo la impresión que usted ha visto muchas películas sobre la guerra, donde los buenos y los malos los identificamos rápidamente. Pienso que no ha leído (y me perdona, no busco ofenderle; es una impresión) suficientes textos históricos explicativos, como tampoco, se ha topado con las grandes novelas, sobre la guerra, especialmente la guerra civil que azotó a España, su país (a pesar de ser usted, ciudadano español y militante del PSOE). Hay obras literarias, cuyo peso interpretativo vale la pena reeditar para comprender lo que pasa en nuestro país. Me refiero muy especialmente las de un autor norteamericano que supo interpretar a España, mejor que lo que usted ha hecho sobre Venezuela y su actual crisis, me refiero a Ernest Hemingway.
Para él, como también lo señalan los textos históricos de su país, la guerra civil española tuvo un conjunto de causas. Las tensiones se incubaron a los largo del tiempo. Las contradicciones las apuntó, Antonio Machado, el poeta español:
Españolito que vienes al Mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Fueron muchas las guerras y revueltas las que acosaron a España. El enfrentamiento entre reformistas y conservadores no descansó hasta que estalló la Guerra Civil (1936-1939) No se respetó lo acordado constitucionalmente en 1931. El resultado todos los conocemos. Francisco Franco estuvo en el poder desde 1939 hasta que la muerte lo buscó en 1975. Éste, incluso antes de morir, mostraba tímidos deseos de abrir la posibilidad de un entendimiento. Ello es la política. Faltaba algo. Al marcharse el caudillo Franco, las cosas se aceleraron y surgió: el Pacto de La Moncloa, con un Rey al frente. Hoy España vive los frutos de ese “Pacto” en medio de contradicciones, pero en democracia, aunque es particular: una monarquía constitucional. Hoy, lamentablemente, han surgido unos cuantos irresponsables cuya postura expresada en un “pelo largo” busca desafiar el éxito de la sociedad política española para destruir la democracia que su país ha logrado; ah y todo esto con ayuda del dinero petrolero venezolano.
En Venezuela, hoy sufrimos las “inconsecuencias” de los tiempos. El paradigma de esos individuos de “pelo largo” que acosan a España, tuvo su momento. Lo vimos llegar, cual jefe de hordas para desconocer las bondades del perfectible sistema democrático. Su figura fue potenciada por “notables” personajes y por medios de comunicación social, los cuales apostaron por algo desconocido y hoy sufren un silencio obligado impuesto por la sombra totalitaria de los dictadores chavistas-maduristas; mientras, esos medios, procuran olvidar que cuando la derrota militar de 1992 de los sediciosos, fueron ellos los que hicieron digerible, como apetecible, la emblemática frase del golpista en ese momento: “Por ahora”.
Ayer la orgía política devoró a España; hoy Venezuela confronta similares situaciones. Hay una anarquía estimulada por, y desde, el alto gobierno. La oposición, toda variopinta, promueve un proceso de gobernabilidad democrática. El gobierno se opone. Pretenden permanecer en el gobierno a toda costa. La violencia es su arma preferida: “es una revolución pacífica, pero armada”, dicen, dijeron y siguen en esa predica. La crisis está y duerme con nosotros y la sufrimos en forma de pesadilla. Las alarmas se encendieron internacionalmente, luego que los bombillos en el país se quemaron, al confrontar tantos apagones, pues no hay electricidad.
El país hierve en medio de protestas, muchas de ellas sangrientas, contra esta dramática realidad: el aumento de la violencia es patéticamente evidente: basta ver las fotografías y películas de las agresiones físicas al Diputado Julio Borges, ayer a Jesús “Chuo” Torrealba, María Corina Machado y otros (no es la primera vez) luego, el fantasma de la hambruna, sí, de una hambruna que recorre al país, las expropiaciones están a flor de piel y luego, se construye un mecanismo, en desuso: un Estado corporativista inspirado en la visión fascista de Italia, sin el encanto ni el fundamento cultural de éste. Desde este gobierno lo que se observa es sólo escatología, procacidad, violencia verbal y física, que no propuestas serias y responsables para superar este estadio de barbarie que nos acosa.
Todo esto viene a cuento, pues al parecer usted observa una postura que apunta a minimizar el esfuerzo de la oposición por alcanzar el referéndum revocatorio, so pretexto que es necesario dar un respiro para que finalice el gobierno electo por una considerable porción de venezolanos. El caso es que el país ya no aguanta tanta crisis, tanta penuria, muertes, sacrificios, inseguridad y fundamentalmente falta de comida; un país, rico y con una pujante porción de recursos humanos; todos dilapidados y despreciados por una minoría, cada más minoritaria que exuda decadencia, indecencia y escatología en el lenguaje, embriaguez por el poder y se aleja cada vez más de la idea de un gobierno que debe buscar soluciones. El poder chavista-madurista se pudre y pudre al país entero. Ya no hay tiempo para más paciencia. El revocatorio aliviaría la crisis del sistema. Sinceramente, no sabemos que hay detrás de su actitud. Creemos, repito, que usted con sus posturas busca aplacar el ánimo de los venezolanos de encontrar una salida, democrática, electoral y pacífica a la crisis que corroe los cimientos de nuestra estructura material y espiritual. La salida está en la Constitución Nacional y no fuera de ella. Fuera de ella está la postura del gobierno al desconocer la constitución y lo más grave: la realidad. Por la vía que va este gobierno, seguro nos llevará a encontrarnos con lo que no queremos: la guerra. Por ello el referéndum revocatorio es existencialmente urgente y necesario.
Ernest Hemingway, ese gran escritor norteamericano del siglo XX, como usted sabe bien, escribió un libro sobre la guerra civil española que le convirtió en un clásico de la literatura. El mostró, filosóficamente, el drama del hombre y su desgracia por cometer actos violentos. La novela ¿Por quién doblan las campanas? – título que se inspira en la literatura del siglo XVII-, destaca: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti” -nos hace recordar que en Venezuela estamos al borde de un conflicto similar.
Señor Presidente Rodríguez Zapatero, Venezuela, es un país dividido, similar a la España de los años 1936 y 1939. La Europa de entonces, salvo una buena parte de su intelectualidad, cerró sus ojos ante el drama español. Algunos lo abordaron con frialdad y no lo tomaron con seriedad. Ahora, usted es nieto de esos tiempos. Su partido y sus líderes fueron perseguidos, con inquina, por los factores triunfantes en esa guerra civil. Hoy, España, repito, es acosada por factores que buscan acabar con los logros de su proceso de aggiornamiento a los tiempos. Éstos, han sido financiados por el gobierno al que Ud. paradójica y sibilinamente (es mi impresión) exige, como mediador, el derecho a terminar su mandato. Con ello se hace caso omiso a lo señalado por la moderna teoría política que apunta a la figura del Referéndum Revocatorio; éste, apegado a los tiempos, busca superar la rigidez de los sistemas constitucionales que limitan a la sociedad. Ésta, es apartada de las grandes decisiones y le confiere la titularidad de la soberanía sólo a los gobiernos. Los tiempos han cambiado, Señor Presidente.
No comprendemos como usted, miembro del PSOE, no recuerde que España sufrió y aportó la cifra de casi un millón de muertos, durante su guerra civil, justamente para encontrar hoy un mecanismo incluyente; esos muertos han dado fuerza a esa visión modernizante y que usted inexplicablemente le niega a nuestro país. ¿Acaso hay algo más que una simple opinión “constitucionalista”?
No pretendo dictar cátedra de análisis político sobre mi país. Voy a recurrir a la cita de un hombre a quien seguramente tuvo la ocasión de conocer; pues fue un símbolo de la política española durante más de medio siglo. Fue uno de los arquitectos del proceso de transición. Me refiero a Santiago Carrillo, quien fuere el Secretario General del Partido Comunista Español. Éste, “sin querer queriendo” alumbró el día de hoy y desnudó al gobierno chavista-madurista, cuando en 1977, escribió: “Cuando un gobierno recorta caprichosamente, por ejemplo, los distritos electorales, para alterar el resultado real del sufragio universal, puede parecer que no hace violencia más que al papel en que se recoge el mapa administrativo del país, pero en realidad está cercenando brutalmente el derecho de amplios sectores de ciudadanos a hacerse representar democráticamente en los organismos representativos. Cuando radio y televisión penetran hasta en el último hogar, con una información y una propaganda orientadas desde el poder, aparentemente no realizan ningún acto de violencia; en realidad están practicando una especie de lobotomía en el cerebro de millones de personas, amputando sus posibilidades de reflexionar y autodeterminarse libremente” (Santiago Carrillo, Eurocomunismo y Estado, Grijalbo, 1977, pp. 187-189).
Venezuela requiere de comprensión y no de alcahueterías. Es esa misma Venezuela civilista y democrática que fue solidaria con todos aquellos pueblos enfermos de intolerancia, dictaduras y totalitarismos. Su país es testigo de las acciones de un Carlos Andrés Pérez al proteger y estimular a los factores que se oponían democráticamente a Franco. Felipe González (Isidoro) el gran líder del PSOE fue ingresado clandestinamente a España por Carlos Andrés Pérez a sabiendas de las dificultades; pero, su olfato y conocimiento de la realidad internacional le fueron suficientes para comprender que era inevitable la democratización de España. Él asumió los riesgos y lo introdujo a su país para impulsar un proceso democratizador. Hoy su país es un modelo democrático en la Unión Europea, “por ahora”, como dijo alguien en 1992. Igual ocurrió con Chile, República Dominicana, Centroamérica; estas realidades gozaron de la comprensión venezolana y recibieron su ayuda política y moral. La Venezuela civilista siempre apostó por las causas democráticas. Jamás colocamos el acento en el interés circunstancial del gobierno o crematístico de determinados líderes.
Hemingway utilizó la filosofía del siglo XVII para escribir su novela sobre España; hoy nosotros también le repetimos a usted, Señor Presidente, y demás líderes de la comunidad internacional que buscan ser medidores en nuestra crisis: La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: “doblan por ti”. Venezuela apuesta por una salida democrática, constitucional y pacífica. Nuestra constitución contempla el referéndum revocatorio para salir de esta crisis. No veo porque ustedes apuestan por mantener en el poder a quienes desde el gobierno han creado este estado de caos y miseria. Las campanas también doblarán por ustedes. PODEMOS y su líder de pelo largo, les acecha y cuenta con los recursos de un gobierno que Ud., inexplicablemente, pretende defender desde España.
Presento mis saludos y respetos. No fue mi intención descomedirme para presentarme en forma destemplada. Por el contrario, soy un venezolano normal que por casualidad ha sido diplomático de oficio y de pasión, pues es mi país lo que me mueve. Hoy, no comprendo a un militante del PSOE defender a un gobierno que no representa al pueblo venezolano. Los hechos lo demuestran, las pruebas están en la mesa. Un ruego: comprenda mis letras. En ellas, usted no encontrará palabra alguna que busque ofenderle, pues no soy un escatológico ni un procaz miembro de la nomenclatura chavista-madurista.
¡Viva España y viva Venezuela, pueblos que luchan por vivir en una democracia real que se adapta a los tiempos, y no en un circunstancial gobierno que busca mantenerse en el poder cual depredador de nuestra venezolanidad!
Con saludos y respetos venezolanos, Eloy Torres
@eloicito